Todos los aficionados zaragocistas y hasta el propio Cani esperaban mucho más de la primera temporada del Niño en la élite, pero cuando faltan seis jornadas para hacer el balance del curso las expectativas generadas por un jugador que se echó a los hombros al equipo zaragocista para llevarlo hasta el ascenso no se han cumplido en un año lleno de claroscuros. "He aprendido mucho y ahora mismo soy un futbolista más completo, pero casi preferiría ser el de la temporada pasada", asegura.

Aquel Cani fue la clave del retorno a Primera División, sus goles, su magia, su atrevimiento despertaron a un equipo que amenazaba con repetir condena un año más en el Infierno . El Cani actual es un jugador que no tiene esa frescura, como él mismo admite. "Me ha faltado hacer más en ataque, goles, atreverme con más cosas, aunque eso suponga que en defensa me cueste un poco más".

Eso sí, el Niño valora su aprendizaje, porque "la llegada de Víctor, tres o cuatro movimientos que me ha enseñado para jugar en banda y otras cosas que he aprendido me han servido para mejorar". Esa mejoría, sin embargo, ha traído como consecuencia que La Romareda, o por lo menos una parte de ella, haya criticado --a veces con simples murmullos-- el juego de su ídolo, que tanto en las buenas como en las malas nunca se ha escondido y que apela al tiempo para volver a conquistar el corazón de los que han perdido la fe en sus posibilidades.

El momento crucial

A pesar de su irregular temporada, Cani tuvo en sus manos el momento para volverse a vestir con el traje de héroe del zaragocismo que tan bien lució en la temporada pasada. La titularidad en la final de Copa el 17 de marzo se ajustaba a la perfección a sus sueños, pero su expulsión estuvo a punto de convertir todo en una pesadilla. "Me dolió bastante. Por suerte, salió bien y el Zaragoza pudo ganar la Copa, pero pudo haber salido mal y la gente estaba tan ilusionada.... Cada vez que me pongo a pensarlo tengo que dejar de hacerlo", sentencia, para después reconocer que ese momento ha marcado su trayectoria posterior. "He estado un poco raro, pero todos los malos momentos se pasan".

El tiempo, en todo caso, se le agota en la presente temporada. "A nivel individual claro que esperaba más, pero con el equipo se ha logrado la Copa y estamos cerca de la permanencia. Es para estar contentos", admite. Pero Cani es, sobre todo, una apuesta de futuro. Porque así lo señalan tanto sus 23 años como el contrato que le une al Zaragoza hasta el 2007, con tres años más opcionales. "Espero que el peaje de la élite ya lo haya pagado y que la próxima temporada sea mejor. Ese es siempre mi objetivo, mejorar día a día".