El Real Zaragoza ha tenido once entrenadores en esta interminable etapa en Segunda División, diez con la actual propiedad. Entre semejante muestrario ha habido de todo, técnicos de perfil legendario y notable éxito en tiempos pasados, veteranos con ascensos en su currículum, viejas glorias, noveles, prometedores, muy académicos, de silueta más emocional, con base mucho más táctica, serios, divertidos y hasta cascarrabias… Ninguno ha conseguido el ascenso a Primera en estos siete años. Cierto es que la misión de algunos de ellos no fue siempre subir sino evitar el descenso y el consiguiente descalabro.

Rubén Baraja es el número doce, el undécimo de esta etapa en curso y el sexto desde que Lalo Arantegui dirige la parcela deportiva, un entrenador cada siete meses. Baraja es el siguiente elegido para un desafío hasta ahora imposible, un técnico joven, de 45 años, con todo por hacer y nada hecho. De suerte dispar hasta el momento, con experiencias negativas y un par que alumbraron cierta luz. Su experiencia en los banquillos es todavía corta. Como jugador lo consiguió todo. Ganó dos Ligas, levantó una Copa de la UEFA, fue internacional español y realizó un máster contra la presión durante una década en el Valencia, donde además fue capitán.

Su primera pretemporada en el Real Zaragoza, accidentada y fuera de los tiempos habituales, ha tenido dos episodios para el olvido (Getafe y Nástic) y uno mejorado, contra el Girona este mismo sábado. Rubén quiere un equipo sólido, competitivo, serio y que conceda poco. Por primera vez se intuyó algo así. Vuckic hizo el primer gol del verano y Narváez mostró destellos de su potencial en espera del Toro Fernández.

A su cargo dispone de una plantilla con muchos proyectos por consolidar, con varios recursos importantes y con la incógnita del nivel en el centro del campo. El preparador ha tomado el relevo de Víctor Fernández, con el que el Real Zaragoza apuntó hacia el cielo y se quedó en el infierno, muy condicionado por la actuación de LaLiga y la pérdida de Luis Suárez, pero también por el derrumbamiento tras el confinamiento jugando en igualdad.

En sus años de futbolista, el vallisoletano tuvo un aprendizaje extremo en Mestalla. Ahora ya mira al inicio de Liga del próximo sábado con mucho trabajo por hacer, la plantilla por rematar pero con una idea de juego muy clara. Es el primer entrenador del Zaragoza después de Fernández, con todo lo que ello implica. Una variable más con la que deberá convivir, que tendrá que conocer y manejar, especialmente si en algún momento de este largo proceso aparecen dudas serias.