Los jugadores principales del Real Zaragoza lo son por la propia selección natural que hace el fútbol. Luego, básicamente coinciden con los que perciben los mejores salarios de la plantilla (o percibirán cuando las promesas se concreten en realidades firmadas con puño y letra). Luis Suárez, Cristian Álvarez, Vigaray, Kagawa, James, Atienza o Dwamena, hasta que el infortunio se cebó con él. Sobre ellos se ha construido la estructura que sujeta el equipo, a partir de la cual Víctor Fernández ha desarrollado su idea.

Por la fuerza de su juego, a ese grupo se han añadido con el paso de los partidos otros hombres como Guti, Clemente o Eguaras, este de modo más intermitente. Con mérito, el Zaragoza está sobreviviendo a la ausencia de varios de sus puntales. De Dwamena de modo ya definitivo o de Vigaray por lesión. También está resistiendo el bajo estado de forma de Kagawa y James, muy lejos de sus máximos, o de Pombo, que sin ser un jugador central sí está teniendo un rol importante, como primer recambio e incluso como titular en Soria ante el Numancia. La competitividad del grupo, la capacidad para ganar partidos que otros años se perdían, el instinto de supervivencia, la solidez ya constatada (el equipo solo ha perdido un encuentro de diez) e, incluso la fortuna, han minimizado todo este carrusel de bajas.

Del que no está, nada se puede esperar, solo aguardar a su perfecta recuperación. Otra cosa son los que sí están... pero no están. Como Kagawa, James y Pombo. El japonés ha rebajado su rendimiento desde que fue baja por un problema de salud. Ha perdido protagonismo, contacto con el balón, el sitio, creatividad e inspiración. Está incómodo y su incomodidad trasciende a su figura, se traspasa a todo el equipo. Entre lesión y lesión, James todavía no ha sido James, el centrocampista que rompe líneas con 15 metros explosivos, fiable y seguro. Su pérdida de balón en Soria que casi cuesta un gol es la muestra de cuál es su situación. Pombo tampoco ha dado lo mejor de sí mismo, enredado en conducciones muchas veces estériles y en frenar la continuidad del juego. Mal en el disparo a portería, el canterano no ha dado más que algunos buenos minutos puntuales. Efervescencia, simplemente. A los tres Víctor ha de recuperar para esta carrera a largo plazo, en la que nadie sobra y todos han de sumar, especialmente si su peso específico es significativo.