Un solo punto necesita el Real Zaragoza para seguir en Segunda, un premio paupérrimo para un club que por historia y afición no merece una realidad tan mediocre. Un punto busca el Girona, un equipo que nunca ha pisado la Primera División y que puede firmar un ascenso merecido esta tarde en Montilivi después de que la historia reciente les haya regateado ese éxito varias veces, en algunas ocasiones de forma cruel. Los manuales de fútbol han dado muchos ejemplos de partidos donde si, a dos equipos les interesaba el empate, ese reparto de puntos y de amistad era el resultado que se acababa dando, llámese biscotto o como se quiera. Muchas casas de apuestas han retirado este encuentro por ver claro el resultado final y la tendencia en la apuesta —y las que lo mantienen apenas dan dividendos a las tablas—, pero el zaragocismo ha visto tantas penurias en la dura época reciente, ha contemplado a su equipo caer más y más bajo en un pozo sin fondo, que no se fía. Tampoco César Láinez, que el viernes pidió a los suyos salir a ganar, mientras Pablo Machín, entrenador del Girona, hablaba de lógica y de sentido común al referirse a ese empate final en Montilivi.

El Zaragoza, claro, debe salir sin confianzas y con cero relajación, pero tiene la permanencia en la categoría de plata cerrada a un 99,78% en las dos jornadas que restan. Solo una combinación de cómo mínimo nueve resultados podría dar con sus huesos en la Segunda B, un desenlace, no se olvide, de funestas consecuencias para la SAD, que se vería casi abocada a la desaparición. Hasta podría permitirse el lujo el Zaragoza de no sumar ningún punto hoy si el Alcorcón no gana al UCAM Murcia o el Nástic no hace lo propio en Tenerife. Y aún restaría la última jornada, con la visita del equipo tinerfeño en La Romareda para sumar al menos ese punto.

Sin embargo, para salud de la afición y sobre todo de César Láinez, que no niega el tremendo desgaste de la misión salvadora que se le encomendó a mediados de marzo, la única intención del Zaragoza es la de dar carpetazo a esta agónica temporada en Montilivi. Se trata de dejar ya la permanencia resuelta y dar el pistoletazo oficial, aunque Lalo Arantegui ya lleva trabajando tiempo y con fichajes cerrados, al proyecto deportivo de la próxima temporada, con Natxo González a la cabeza, y cuadrar los números para un futuro económico que ya se ha dicho desde hace tiempo que en Segunda no es nada sencillo por la elevada deuda del club.

CON EL ONCE HABITUAL

En eso se tendrá que poner, ojalá, la SAD nada más concluir el partido en Gerona, donde el Zaragoza escribió la página más dulce de su gris historia reciente cuando remontó hace dos años un 0-3 en los playoffs de ascenso a Primera, aunque después la UD Las Palmas dejó al equipo aragonés en esta triste realidad de la categoría de plata. Hoy las circunstancias son muy diferentes y el premio es mucho menor. O mayor según se mire, porque con esa permanencia en Segunda está en juego la supervivencia de la entidad. En ese discurso ha insistido el propio Láinez y la plantilla esta semana, en sellar esa continuidad del proyecto, aunque con ella llegará un profundo cambio en el vestuario, con muchos fichajes y salidas, algo habitual en los últimos veranos, aunque en esta ocasión justificado también por el discreto rendimiento que ha dado el equipo en este curso.

Láinez ya dejó entrever que se apoyará en su once más habitual, que casi sale de memoria, con trivote en el medio, Pombo y Lanzarote en las alas y Ángel de referencia arriba. Es el equipo que trajo las victorias ante Elche, Mallorca y Mirandés que tan valiosas han sido para tener tan cerca la salvación. El Zaragoza, donde el técnico también repite convocatoria, llega al partido con tres puntos sumados de los últimos 15 y con su fragilidad y su incapacidad para mantener rentas en el marcador como defecto cada vez más subrayado.

FIESTA LISTA EN GERONA

En Gerona todo está preparado para celebrar por fin el ascenso, con la pólvora y el cava que han tenido que guardar otras veces listos de nuevo. Con actos festivos en previsión para el lunes. Y están convencidos de que esta vez es la definitiva. Merecen el Girona, donde estará bajo los palos el exzaragocista Bono, y su técnico, Pablo Machín, ese ascenso tan buscado para acompañar al Levante. Con ese 3-5-2 como esquema de cabecera, con el fútbol vertical y ofensivo y con un bloque muy bien trabajado, está a un pasito del objetivo, con la fiesta lista, con Montilivi a reventar, ya que se espera un lleno con 9.200 aficionados. Solo necesita un punto el Girona. Solo necesita un punto el Zaragoza. ¿Cuál será el resultado?