En los últimos 14 partidos, el Real Zaragoza ha perdido en dos ocasiones: contra el Albacete en casa con un final complicado de explicar incluso para los propios jugadores del equipo manchego, que se abrazaban incrédulos por el gol en el último segundo, y frente al Huesca en El Alcoraz, donde el conjunto de Míchel fue superior sin discusión alguna. Desde el 3-0 al Las Palmas en La Romareda como colofón a su única crisis de resultados, Rayo, Deportivo, Racing, Sporting, Las Palmas de nuevo, Numancia y Elche han mordido el polvo, mientras que Almería, Cádiz y Fuenlabrada han tenido que sudar la gota gorda para empatar. La consecuencia es que, a fecha de hoy, es propietario de una plaza de ascenso directo como segundo clasificado a la espera del duelo aplazado contra el Mirandés que se celebrará este miércoles en Anduva. Si ganara, se pondría a rebufo del líder Cádiz. ¿Por qué no va a ganar? La pregunta debería ser: ¿quién le puede ganar? Se ha hecho con una armadura que quizás no deslumbre en la batalla, pero construida con un material impenetrable para cualquier morfología de enemigo que se le ponga enfrente. Aglutina casi todos los ingredientes que pide esta categoría interminable, agotadora e ingrata con el espectáculo: gruesa costra defensiva, disciplina militar, sacrificio fanático y un ataque que gotea ácido sulfúrico. En su pasaporte hay un sello hacia Primera.

El Elche, con un presupuesto también muy modesto, estaba cerca y en racha. El Real Zaragoza se aplicó como está haciendo en los últimos tiempos, al igual que el herrero abstraído sobre el yunque, y neutralizó al conjunto de Pacheta con un eficiente lavado de cerebro. Por momentos parece que se ha convertido en un bloque de hielo insensible a los cambios de temperatura de los partidos, emitiendo tan solo emociones cuando se presenta en el área, donde llega, marca y se va con Soro, Puado y el felino Luis Suárez rasgando el aire a zarpazos. Hay un buen puñado de futbolistas que no atraviesan su momento más dulce, pero han formado una comunidad de sólidos principios y paciente espera. En este trayecto hacia la azotea, se han encontrado con adversarios que usan colonia cara y buenos modales, y la mayoría han terminado sucumbiendo a una erosión táctica que compagina resistencia, capacidad para reaccionar o sobrevivir y máxima explotación de la versión más productiva del talento. Y no deja de luchar para minimizar sus defectos.

Ese bloque granítico avanza imperturbable, ahora con los centímetros de El Yamiq juntos a los de Atienza, dos centrales que simplifican al máximo su trabajo y que cierran con solvencia el espacio aéreo, recurso tan común en los rivales cuando se acaban el resto. Por si hay alguna destención, está Cristian a la derecha del padre con un buen puñado de milagros. El Real Zaragoza además de acostumbrarse a ser invencible lo parece, un detalle que perciben sus oponentes y que constatan cuando cometen un solo error. Estamos ante un equipo que apenas conecede ocasiones y que en cuanto le ofrecen alguna te rebana el cuello. Para ganarle hay mucha gente haciendo cola con cara asustada.