El Zaragoza se ha caído y nadie sabe cómo ha sido. O sí. Porque el desplome del conjunto aragonés se asienta sobre determinados parámetros que contribuyen a encontrar una explicación al ocaso en las dos últimas jornadas, precisamente, cuando el equipo transmitía más luz.

1 El 4-3-3 ya no funciona por sistema

Fue un gran recurso. Una idea brillante. El tridente formado por Álvaro, Pombo y Gual emergió ante Las Palmas, si bien todavía en rombo. Fue en Oviedo cuando el 4-3-3 brilló con luz propia, a base de presión alta y apoyado por un gol tempranero que lo hizo todo más fácil. El Zaragoza podía correr, gozaba de espacios y no tenía que proponer. Un escenario ideal para los delanteros. Pero a este dibujo se le han visto las vergüenzas cuando el rival se ha adelantado en el marcador o ha cedido la posesión a los de Idiakez. En esos escenarios ha quedado claro que no se ataca mejor con más delanteros. De hecho, el sistema ofensivo ha sido mucho peor, aun con el rombo de inicio en ambas contiendas. Si la parte más alta del dibujo la copan sus tres delanteros, el equipo se hace demasiado largo.

2 Cuando el juego posicional es un drama

Los dos últimos partidos han mostrado un Zaragoza sin ideas ni recursos para generar fútbol. En ambos casos, ha disfrutado de más del 60% de la posesión, pero rara vez ha sabido gestionarla. Una de las razones es la ausencia de James, el futbolista más dinámico y versátil del centro del campo. Sin él, el Zaragoza pierde control, llegada y despliegue, pero también capacidad para hallar líneas de pase y de superar la presión del adversario. Ni Ros ni Zapater se desenvuelven con solvencia en el juego posicional y eso aboca a la imprecisión y al error. Si los centrales, iniciadores cuando el medio no baja a recibir, no se atreven a dividir, todo empeora. Álex Muñoz, con más salida de balón que Grippo, asoma.

3 Sin mediapunta para recibir entre líneas

Íntimamente relacionado con los dos aspectos anteriores está la necesidad de un mediapunta puro que ayude a solventar la acuciante carencia de creación, sobre todo, hasta que Eguaras asome. No puede serlo Pombo si sigue el 4-3-3 con Gual y Álvaro; y Buff sigue demasiado alejado de todo. Papu sería el más indicado para ocupar ese puesto, por detrás de los delanteros, una fórmula que dio grandes réditos la pasada campaña. Más medios y menos delanteros. La entrada del georgiano en el once por Gual se antoja cada vez más cercana.

4 Fragilidad defensiva y errores individuales

En cuatro partidos, el Zaragoza encajó dos goles. En los dos últimos ha recibido el doble. La pérdida de solidez defensiva ha llegado sin James, un factor esencial, pero también es obligado acudir a los errores individuales. Los de Grippo y Papu en Almería son claros ejemplos, aunque también se han producido graves desajustes, como el segundo tanto encajado ante el Lugo, donde el repliegue volvió a ser nefasto.

5 Lesiones y jugadores lejos de su mejor forma

Soportó bien el Zaragoza las ausencias de Guti, Zapater y Eguaras, pero la de James ha sido demasiado. Ros lo ha jugado todo pero su rendimiento ha decaído tras un gran comienzo. El ejeano acaba de llegar. algo similar a lo que sucede con Papu y Lasure, y Eguaras aún no lo ha hecho. Otros como Álvaro, Buff o Gual están lejos de su mejor versión.

6 Decisiones erróneas desde el banquillo

No es Idiakez de los que escurren el bulto. El sábado ya entonó el mea culpa tras el bochorno ante el Lugo y prometió propósito de enmienda. Volvió a apostar por Buff en el interior y tuvo que cambiarlo al descanso. Y tardó en recurrir a Aguirre para abrir el campo ante un rival que pobló el centro del campo sin dejar espacios. Dispone de numerosas variantes tácticas, pero en los dos últimos partidos ha perdido por goleada con el entrenador rival.

7 Un equipo demasiado largo y poco ancho

Dicho está que el Zaragoza actual es un equipo excesivamente largo, sin apenas juego entre líneas y con demasiada distancia entre ellas, lo que repercute no solo en el aspecto ofensivo sino también en el defensivo. Por el contrario, la profundidad cada vez es menor. Los laterales, claves en un rombo, lo intentan, pero, con un rematador como Álvaro, se explota poco el centro al área.