Perfiles y comparativa de los posibles equipos que presentarán de inicio Natxo González y Rubi este sábado en La Romareda

PORTERÍA

Cristian: El rosarino vino de un año sabático por cuestiones personales y en cuanto se puso en forma cogió la titularidad para no soltarla. Arquero de clara identidad argentina, está siendo unos de los pilares principales de la impresionante reacción del Real Zaragoza. Especialista en los duelos individuales (uno para uno y penaltis), ha protagonizado partidos magníficos con un abanico de intervenciones para todos los gustos. Alterna reflejos felinos desde todas las distancias con una flema teatralizada que hace víctimas a sus verdugos. El juego con los pies no es el fuerte de este veterano y excelente profesional que ha traído paz a la portería de La Romareda, uno de los tribunales más duros del fútbol español con los guardametas.

Remiro: Cedido por el Athletic, Álex Remiro es una de los grandes aciertos de la secretaría técnica de la SD Huesca. Portero moderno, ágil, valiente y con un juego exquisito con los pies en el desplazamiento corto y largo, una de las claves de que el equipo oscense inicie la mayoría de sus acciones de forma elaborada, imprime una notable seguridad. Aunque también domina el juego aéreo, en ocasiones los balones colgados le han jugado alguna mala pasada fruto de una cierta suficiencia en los saltos. Destila mucha personalidad pese a su juventud y su destino, a corto o medio plazo, es la élite.

DEFENSA

Benito: Las lesiones han frenado en seco a un lateral muy fino, una de las grandes apuestas personales y tácticas de Natxo González. Desde Alberto Belsué no se había visto un futbolista con tal clarividencia por el carril derecho. Buen conductor, de pie preciso y llegada inteligente en los fondos, intenta aproximarse a su mejor versión después de haber visitado demasiadas veces la enfermería, la última esta misma semana. En defensa no es tan brillante, seducido por un carácter ofensivo que le hace perder la posición y distrarer la espalda en el repliegue. En el caso de que no llegue al cien por cien y con la baja de Delmás por sanción, David Vicente podría ser su relevo en este encuentro.

Alexander: Eterna promesa sin cumplir por completo. A medio camino entre centrocampista y lateral, con aires de antiguo extremo, el venezolano ocupa la vacante del lesionado Akapo y posee una considerable amplitud de miras a la hora de atacar. Veloz, atrevido, descubridor de peligrosas diagonales y con un poderoso cambio de ritmo, es un puñal para el enemigo y un clavo ardiendo para el Huesca si decide desatender la plaza que ocupa en estos instantes. También es un buscador de oro en la área rival, cualificado para disparar en carrera con potencia y precisión. Un poco desordenado si se le planetan trabajos de contención serios.

Perone: Se presentó en el mercado de invierno sin un currículum cegador pero el aval de Arantegui, que siempre lo tuvo en un lugar de privilegio en su agenda. Central brasileño espigado y algo lento en los duelos de velocidad, en el Real Zaragoza ha hallado un hábitat, quizás su lugar. Es un central que disimula con decoro sus limitaciones, por lo general palpabales con la pelota en los pies, con oficio y saber estar. Por arriba transmite mucha confianza y se suma decidido con todos sus centímetros a cualquier propuesta de falta directa o córners.

Jair: Uno de los grandes milagros de la secretaría técnica que en su día capitaneó Lalo Arantegui. Forjado en la Preferente, Tercera y Segunda B, el Huesca apostó a ciegas por él y el resultado ha sido un central con todas las de la ley. Su crecimiento no para en una progresión que le distingue como uno de los centrales con mejor toma de decisiones de la categoría. Dominador del juego aéreo, del posicionamiento correcto atrás y en las correciones, sus incorporaciones a las acciones a balón parado son una amenaza. Posee un desplazamiento largo más que correcto cuando se le presiona.

Verdasca: Impulsivo, todo físico y en periodo de aprendizaje, ha regresado a la titularidad después de un tiempo en la nevera. Las ganas por participar le suelen jugar malas pasadas y con la pelota tampoco es un portento. A veces contundente y otras fallón por ingenuidad o despistes juveniles, el luso llegó como una apuesta de futuro y posee la confianza absoluta del cuerpo técnico, pero por el momento se examina en cada encuentro.

Pulido: Central activo y muy despierto de principio a fin, destaca por dominar la mayoría de las suertes defensivas. Serio, duro, inteligente y con percha de líder, no le importa dar un paso adelante cuando lo exige el guión. Y pisa fuerte y con eficacia ganados esos metros para añadirse al centro del campo. Rectifica con rapidez y es muy difícil encontrar un retrato en el que se le vea fallando. Su misión es muy específica: hacer raya con Jair, con quien se complementa como si llevaran juntos toda la vida.

Lasure: No entraba en los planes, pero las circunstancias, la depresión deportiva de Ángel y fracaso de Oyarzun como lateral izquierdo, animaron al entrenador a probar con el chico del filial, que ha resultado ser una de las más mejores noticias del curso. Desde el primer minuto entendió cuál era su papel, determinado en su función defensiva sin asumir riesgo alguno. Desde la prudencia, Lasure ha ganado metros al mar de las posibles dudas hasta transformarse en una de las vías más habituales para abrir el campo y ofrecerle al juego una salida fluida, bien elaborada. También luce un tobillo de alta gama para las asistencias, virtud aún no aprovechada por sus compañeros. Juega sin despeinarse sea una cita complicada o pocas veces sencilla

Brezancic: Un soldado fiel e inmisericorde para cualquier batalla. Si llevara una espada en la mano, aparecería en el fresco de La batalla de Anghiari, de Leonardo da Vinci. Serbio, serbio. De una competencia indomable, guerrea sin mirar el minuto en el reloj ni el nivel de a quien le toca marcar. Va a los partidos como si lo hiciera a la oficina. Nació futbolista y lateral. De vena y pierna hinchadas en defensa para romper y rasgar, Rajko no se fija en la posición de salida. Todo lo contrario. Sus incorporaciones por la orilla bien para recibir o para clarear espacios e ideas al poseedor del esférico, producen numerosos vértigos y cefaleas a las retaguardias. Por si fuera poco, cuando se persona en los fondos para centrar lo hace con estupenda precisión.

Benito y Chimy Ávila (Foto Jaime Galindo)

CENTRO DEL CAMPO

Eguaras: Tímido en su arranque como doble pivote junto a Zapater, lo que le costó quedarse en la grada en la ida en El Alcoraz, en su regreso, ya como director único de orquesta del rombo de Natxo González, se ha erigido como uno de los mariscales de campo más importantes de Segunda. Ve lo que el ojo no ve para filtrar balones y suministrar a sus compañeros pases que rompen líneas y desmontan defensas, y desde su puesto de mando imprime pausa o acelera el juego según indiquen las pautas del partido. Sus saques de falta o de esquina llevan GPS y destaca además por su don de la ubicuidad para la recuperación, siempre adivinando el lugar que la pelota ha elegido sin saberlo ella misma. Sufre con una presión alta y, de vez en cuando, sus pérdidas de balón han provocado seísmos a la zaga, pero su inspiración en el taller de patronaje, aun asumiendo riesgos, es primordial para el Real Zaragoza.

Aguilera: Mediocentro imponente para esta categoría. Abarca campo con extrema naturalidad y se persona en todos los frentes para discutir y ganar la mayoría de los debates. Impertérrito administrador del balón; generoso en la ayuda a los centrales; apostado en la posición correcta para dar oxígeno a Sastre y Melero, y con la mirada puesta más allá de sus específicas funciones controladoras. Cuando se lanza en algún eslalon por al autopista central, supera rivales con suficiencia. Es un todoterreno con estilo que da estabilidad y jerarquía.

Zapater: A la derecha de Eguaras, el de Ejea ha entendido a la perfección un papel de escudero que le impide salir tanto a escena pero que ofrece al equipo y al rombo un equilibrio clave. Su fortaleza y carisma permiten que ese dibujo táctico apenas tenga un solo borrón, y si el momento lo solicita, se saca de la chistera una asistencia que delata que su procedencia no es (o fue) esta división. Juega por y para el Real Zaragoza, con la fidelidad y el sacrificio de un patriota sin importarle si su trabajo es tocar el tambor, empuñar el fusil o realizar labores de intendencia.

Sastre: Recuperado para la causa, flota entre Aguilera y Melero como esa pieza no tan vistosa pero imprescidible para el perfecto mecanismo del reloj de Rubi en la medular. Asume la gestión del juego cuando sus compañeros de zona pierden pujanza. Con su sobresaliente técnica y sobriedad y un nervio templado, su fútbol pendular oxigena la creación y fortifica la pirámide en el caso de lagunas o pérdidas. Jugador de combinación fácil y desplazamiento certero, aparece puntual a la hora que se le requiere.

Guti: Otro de la cantera que se ha ganado el pan trabajando en el campo, de sol a sol y de área a área. Vértice izquierdo del rombo, Raúl apunta a cotas más altas aunque sin prisas. Físicamente muy completo se emplea entre bastidores con germánica disciplina. La pelota no le guarda secretos y tiene una buena pierna para el golpeo fuerte a portería

Melero: Clase, mucha clase. Con las medias caídas y la frente alta, este centrocampista es de lo mejor de la categoría. Lo tiene todo para viajar la próxima temporada en Primera División pero, mientras tanto, imparte clases un piso más abajo. El tiempo ha moldeado a un futbolista capaz de todo, lo mismo de sacar el balón con un túnel desde posiicones defensivas que de marcar goles con sello muy personal. Por el camino, lucha, fabrica, se descuelga en ataque con una naturalidad pasmosa. Dispara con ambas piernas y cabecea como un ariete. Combina al trote y a toda máquina. El novio perfecto para cualquier equipo.

Febas: Volverá al once por la lesión de Buff. Había perdido la titularidad en los dos últimos partidos porque no termina de cumplir las expectativas que se habían depositado en él. Se esperaba un punto de desequilibrio al principio y al final de la gestación y apariciones determinantes en los metros finales como suministrador de asistencias. Febas, sin embargo y pese a su incuestionable habilidad en el manejo de la pelota, no ha entendido aún los registros en el salto de categoría. Barroco, irregular, fácil de adivinar y egoísta no tanto por lucimiento personal como por defecto natural, se ha diluido entre la rudeza con la que le tratan los marcadores y la falta de aclimatación a un grupo.

Ferreiro: Sus partidos duran 120 minutos. O así lo hace entender este eléctrico futbolista de variados perfiles que, por su compromiso, se diría que ha nacido en el Coso de Huesca. Extremo en ambos costados; mediapunta si procede (no mucho), de arriba abajo y viceversa, Ferreiro es pura raza y avezado inventor en las proximidades del área contraria. Irrumpe por sorpresa, velocidad y con la cabeza a rebosar de ideas. Completísimo jugador de tres cuartos con todas las llaves para abrir las puertas frontales

DELANTERA

Pombo: El día que le trasladaron de la fábrica al despacho de Borja Iglesias, el zaragozano hizo explotar sus prestaciones, que hasta ese momento habían estado encarceladas en un rigor táctico para el que no está diseñado. Combate pero no con la constancia necesaria, mientras que la pelota no le guarda secreto alguno bajo la suela o en las costuras de sus botas. Ahora, muy cerca del área o en los espacios que le presta Borja, su talento ha explotado sin que haya llegado a su máxima expresión. Y también su espíritu de sacrificio. De violento disparo, destaca por la naturalidad con que resuelve sus ocasiones de gol, propio de la calidad del mejor delantero

Chimy Ávila: Salvaje e indomable, así es el argentino. En un principio parecía que su destino iba a estar a la sombra de Cucho Hernández, pero este explosivo punta ha aprovechado las ausencias del colombiano para postularse en la figura de segundo delantero... o primero. Descarado, incombustible y con gol por calidad finalizadora o insistencia, Chimy agita la caja de la dinamita del partido y el sistema neurológico de los defensas que le persiguen. Pelea en el campo como si lo hiciera con su pandilla en un callejón nosturno, buscándose la vida en cada golpe.

Borja Iglesias: Delantero centro con mucho gol. Aquí podría acabar su perfil. Suficiente aval para definirle sin más palabras. Pero el gallego es mucho más por la forma y el fondo, un ariete que hace de su cuerpo herramienta imprescindible para él y para el Real Zaragoza, que lo utiliza según conviene. Altruista, incordiante y poderoso participa como solista en beneficio de toda la orquesta. No está y sin embargo está como corresponde a todo atacante que se precie. No ha habido central que no haya soñado con su dorsal, pared vertical y rocosa que resulta imposible escalar. De espaldas es invencible, y de cara (que no de cabeza todavía), una cuchilla en la yugular.

Cucho Hernández: La revelación. La SD Huesca necesitaba un delantero para cerrar el círculo y se ha encontrado una bomba de relojería. Su reciente lesión ha bajado su intensidad participativa, si bien no su impresionante ascendencia en la delantera. Finalizador sin necesidad de posiciones claras de disparo, su actividad es la de un terremoto. Cada vez que toma la pelota dentro del área, los rivales se echan a temblar porque se les cae encima un violento remate. Si la coge fuera, corre como alma que lleva el diablo. Vertical, desaforado. Dejarle un metro es cavar una tumba de profundidad. Su apetito supera o al menos iguala en la escala de la naturaleza al de los grandes depredadores.