-Sebastián Rambert es ahora entrenador ayudante en el Olimpia de Paraguay.

-Sí, estoy trabajando aquí en Olimpia, estuve también dirigiendo a algunos equipos de Argentina en Primera División y en distintas categorías. Ahora ha salido un proyecto, hace ya casi un año, en el que vine a colaborar con un entrenador que en realidad es un amigo al que conocí en Independiente, muy amigo mío y de Gustavo López, Daniel Gamero. Nos hemos embarcado en este proyecto que por suerte nos dio la oportunidad de conseguir cosas la temporada pasada, ganando los torneos de Apertura y de Clausura.

-¿Siempre quiso ser entrenador?

-La realidad es que fui un poco obligado porque a los 29 años tuve que dejar de jugar. Muchas lesiones en la rodilla me impidieron continuar jugando y hacerlo al nivel que se requiere en la alta competición, y el entrenador que en ese momento me había llevado al último club, el Arsenal de Sarandí, me dio la oportunidad de empezar a trabajar con jóvenes. Casi de forma obligada para mantenerme siempre en lo que es el fútbol y no quedarme en el anhelo de haberlo tenido que dejar joven me inicié rápido en esta carrera, a los 30 años. De ahí para adelante siempre he podido trabajar con continuidad.

-¿Desde cuándo trabaja con Daniel Gamero?

-En realidad cuando empecé a trabajar en Arsenal comencé a trabajar con él, estaba de entrenador y me ofreció ser su ayudante y así fue. Después el tiempo nos separó porque he estado también con Ramón Díaz y otros entrenadores y también trabajando solo. Y surgió esta oportunidad hace un año, que Daniel me ofreció la posibilidad y por la relación que mantenemos y estar siempre en vigencia con todo lo que tiene que ver con dirigir, aquí me tiene a su lado.

-¿Independiente fue su origen?

-Sí, me formé en las divisiones base e hice toda mi carrera de infantil y de juvenil en Independiente, con Gustavo López, con el que siempre compartí equipo. Y también tuve la oportunidad de obtener títulos y de jugar con Daniel y Gustavo, lo que hizo que por encima de compañeros de fútbol seamos grandes amigos de por vida.

-¿Debutó muy joven?

-Sí, debuté joven. Mi primer partido, que no terminó de ser oficial porque se dio en una pretemporada, fue a los 16 años. La continuidad me llegó a partir de los 18, cuando pude jugar más seguido.

-¿Cómo fue su pase a Europa?

-Era algo diferente a hoy en día. Yo tenía la posibilidad de contar con pasaporte europeo porque mi padre había jugado mucho tiempo en Francia, en el Olympique de Lyon, y eso me daba la oportunidad de ser comunitario. Pero la Ley Bossman no se había producido todavía, así que no pude tener esa ventaja. Entonces era más difícil ir a Europa porque cada club tenía una cantidad equis de extranjeros que solamente podían estar dentro de los 16 del banco, que no eran ni 18 entonces. Se hizo difícil y eso fue lo que provocó mi salida a Zaragoza, donde tuve más continuidad y pude jugar más.

-¿Había entonces mucha diferencia entre el fútbol sudamericano y el europeo?

-En aquel entonces no sé si había tanta. Hoy sí ha crecido mucho más, me parece, en lo que es la organización y lo que es el fútbol europeo y el sudamericano. Los equipos en Europa se han formado, se han capacitado, y terminan sacando un provecho mucho más grande que el sudamericano, donde todavía contamos con algunas cosas que tienen que ver con infraestructuras y que nos condicionan a la hora de emparejar. El jugador sudamericano por características naturales y propias ha destacado y siempre ha sido reconocido y buscado en Europa. Pero sí hay diferencias.

-¿Cómo surgió la opción de venir al Zaragoza en la 95-96?

-Me acuerdo que en su momento la posibilidad era ir a jugar a Valencia, que estaba Aragonés y había hablado conmigo, y surgió la opción del Zaragoza, que al Inter le gustaba más porque había puesto una posibilidad de tener la opción de decidir quedarse conmigo a final de año y eso fue lo que inclinó al club a darme la posibilidad de ir allí. Siempre había sido un equipo que había recibido jugadores sudamericanos y eso también incidió a la hora de tomar la decisión. Tanto es así que recuerdo como algo muy definitorio que el Zaragoza en esos seis meses intentó comprarme el pase y el Inter le dijo que no podía hacer uso de esa opción porque no había llegado al tiempo límite. Después cambiaron y no terminé en Zaragoza pero siempre he guardado un recuerdo muy lindo de la ciudad y de todo lo que me tocó vivir.

-¿Qué se encontró aquí?

-Las cosas eran diferentes, desde la infraestructura a lo que le tocaba vivir a un equipo con otro. Pero uno como jugador siempre anhela poder jugar y competir y es lo que uno buscaba. El proyecto del club era tener varios jugadores argentinos, Gustavo estaba en los planes del Zaragoza y poder volver a juntarnos... todas esas cosas incidieron.

-¿Se acuerda de su debut?

-Sí, recuerdo haber debutado en La Romareda, contra el Valladolid, no recuerdo el resultado final (5-3) pero fue una linda actuación y me fui muy contento con lo que había pasado ese día. Todos nos fuimos contentos. Luego el fútbol fue cambiando, se fueron dando distintas cosas que tenían que ver con el juego, con la posición, ese tipo de cosas que van sucediendo en el momento por necesidad o porque el técnico lo requiere. Víctor Fernández fue el entrenador que tuve en toda mi estadía, además ando siempre siguiendo y sé que ha vuelto al club y le va bien.

-¿Siempre jugó de delantero?

-En el Zaragoza jugué de delantero en un momento y terminé jugando de volante, algo que no hacía tan a menudo, pero terminé jugando ahí porque había llegado Morientes, estaba Dani, y ese tipo de cosas condicionó mi posicionamiento en el campo. Empecé a jugar más retrasado y ahí por momentos no me sentía muy cómodo, pero son cosas que tienen que ver con el fútbol y con lo que pensaba Víctor en ese momento. Cosas que nos pasan a los jugadores en todos los equipos.

-¿Convenció a Gustavo López de que viniera?

-La realidad es que el Zaragoza me preguntó mucho por Gustavo porque había jugado con él en Independiente. Después cuando el Zaragoza necesitó ese empujón no fue difícil porque Gustavo estaba abierto a hacer su carrera allá. De hecho hoy Gustavo es ya casi un español más, ha hecho allí su vida.

-¿Recuerda todos los goles?

-Recuerdo uno muy lindo al Madrid en el Bernabéu pero no soy bueno con la memoria para poder retrotraerme a eso. El del Bernabéu fue un empate a dos de visita, un partido que prácticamente lo teníamos y para nosotros era muy importante, así que haber podido marcar en un partido así es lindo y agradable.

-¿Cómo fue su relación con la afición?

-Tuve una buena relación, un feedback muy importante. De hecho se creó una peña con mi nombre y tengo el mejor recuerdo. Por lo menos la gente me ha tratado muy bien, no solo dentro del campo sino en cuanto a todo lo que me tocó pasar fuera del campo. Mi relación con el hincha siempre ha sido buena.

-¿Mantiene el contacto?

-No , la realidad es que perdí bastante el contacto. Con Gustavo es el que más hablo, con Cáceres he hablado bastante. Pero era un equipo en el que yo era muy joven y había jugadores reconocidos importantes, Pardeza, Higuera, y esa diferencia todavía era marcada en ese fútbol de los noventa. El joven con el adulto no tenía una relación tan compinche como puede ser la de hoy.

-¿Ha cambiado mucho el fútbol o el futbolista en ese sentido?

-Sí, ha cambiado un poco de todo. El fútbol seguro y el futbolista con su relación y sus distintas formas, han venido las redes sociales y un montón de cosas que tienen que ver con la comunicación, cosas que en algún punto nos acercó, en otro nos alejó en lo que puede ser esa convivencia que teníamos. Nosotros disfrutábamos mucho con actividades después de los entrenamientos. Zaragoza tenía uno de los kartódromos más importantes de Europa y solíamos ir a divertirnos.

-¿Qué recuerdo le queda de sus seis meses aquí?

-Fue una etapa muy especial para mí, muy agradable, me quedó gente muy conocida, tuve la oportunidad de jugar con grandes jugadores, me encontré un club magnífico que me abrió las puertas en un momento difícil cuando no podía jugar en Italia, así que siempre mantengo el mejor recuerdo. Siempre me encariñé con mucha gente de Zaragoza, me acogieron muy bien y para mí fue una experiencia muy enriquecedora.

-Volvió a Argentina y jugo en Boca y River.

-Sí, tuve la posibilidad de jugar un año en Boca, con un equipo totalmente renovado, y luego el River hizo una compra oficial con una negociación entre los dos clubs, que de hecho creo que fue la última compra directa de un club a otro. Allí pasé cinco años muy lindos.

-También fue internacional.

-Tuve la oportunidad de jugar con grandes jugadores, Maradona, Francescoli, Riquelme... en ese sentido soy un agradecido de haber podido compartir un campo de juego con jugadores de semejante talla y envergadura.

-¿Alguno le sorprendió?

-Sí, jugar con Maradona, estar con Maradona dentro de un campo de juego, en un vestuario, es algo fuera de lo común por todo lo que genera, todo lo que hace sentir a aquellos que lo acompañan en eso de ir a jugar un partido para el mismo equipo y en ese sentido es el que ha generado cosas distintas.

-¿Qué balance hace?

-Uno cuando hace un análisis de lo que pasó se va arrepintiendo de cosas que van pasando o cosas que con más edad las haría distintas. Pero son decisiones que se han tomado. Estoy contento con lo que ha sido mi carrera. Tengo en el debe no haber podido competir en algún punto como quería por el problema de las lesiones que he arrastrado. Pero pude jugar en los equipos más importantes de Argentina, en el Inter, en el Zaragoza, en la selección. Así que estoy contento y orgulloso con lo que me ha tocado vivir.

-Se retiró muy joven. ¿Fue difícil la decisión?

-No se me hizo tan difícil porque fue una obligación para mí porque no podía continuar. Como fue obligado tuve que aceptar lo que me estaba pasando.

-Le llamaban ‘Avioncito’ por su forma de celebrar los goles. ¿Cómo surgió la celebración?

-Empecé a celebrar los goles así en Independiente, creo que la peña de Zaragoza acabó siendo Avioncito Rambert. La realidad es que en los noventa surgió como una posibilidad, no sé muy bien porqué, salió en el momento, sucedió en un partido contra Lanús y a partir de ahí es como que me empecé a identificar un poco con la forma de festejar el gol y fue lo que llevó a que tuviera un festejo propio. Después cada uno tenía su propia celebración. Eso fue lo que sucedió pero no fue algo premeditado cuando lo hice por primera vez.

-¿Qué objetivos tiene como entrenador?

-En el fútbol es difícil proyectar mucho más allá de un año. Pero los anhelos son siempre los de mejora, uno siempre desea progresar, triunfar, tener la posibilidad de abrir camino hacia otros lados, la posibilidad de dirigir en Europa y ese tipo de cosas.

-¿Tiene algún referente?

-La realidad es que uno va encontrando muchas veces una identidad propia que termina siendo lo que uno ha aprendido. Viví una época en la que la táctica y la estrategia todavía no eran tanto, el técnico estaba en cosas mucho más básicas que tenían que ver con los relevos de jugadores y cosas bastante comunes de la época.

-¿Hoy se analiza más el fútbol?

-Muchísimo más. Y la táctica y la estrategia es totalmente diferente. Hay opciones, remedios para distintas situaciones, es mucho más organizado, no hay tanta improvisación. Hay un orden que hace también a los equipos más previsibles. Al menos para los entrenadores. Antes los jugadores no teníamos tanta información, no mirábamos tanto al rival, no le prestábamos tanta atención, era propiamente más lo nuestro. Hoy conocemos quién es el titular, el suplente y el tercer jugador por puesto, sus características, qué hace y qué no hace, sus virtudes. Sabemos qué podemos hacer. Eso nos lo dio una parte de lo que es la tecnología. Es diferente. El fútbol, como el mundo, sigue girando, avanzando, progresando, y eso es lo que sucede también con nosotros.