Habida cuenta de la irregularidad y escasa fiabilidad que transmite el Zaragoza, confiar en que solventará con victoria todos los partidos que le restan hasta el final de la temporada se antoja un ejercicio de excesiva osadía. Seguramente, el pleno de triunfos en La Romareda le valdría para escapar de la quema, pero la notable complejidad de la empresa, teniendo en cuenta que por el estadio municipal han de pasar todavía Espanyol o Almería, entre otros, obliga a no fiarlo todo al factor cancha y a dar ese paso adelante a domicilio que se viene resistiendo. Vallecas asoma como el escenario señalado.

Pero el Zaragoza es el peor visitante de la categoría, el que menos goles marca, es inofensivo ante los favoritos (ha perdido con todos a los que ha rendido visita) y solo ha sido capaz de dejar su portería a cero en un desplazamiento en uno de los catorce encuentros disputados, y de aquello han pasado ya cinco meses. Una eternidad. Así que JIM, que insiste en que la endeblez ofensiva obliga a un mayor esfuerzo defensivo, impone trasladar lejos de La Romareda esa consistencia que el equipo ha adquirido como local desde que el técnico alicantino se hizo con el equipo. Con él, el Zaragoza apenas ha encajado un gol en los cinco encuentros jugados en casa, pero fuera ha recibido en los otros cinco, lo que ha frenado el avance y la huida del infierno de un equipo condicionado siempre por su candidez ofensiva.

Aunque el despertar goleador de Álex Alegría, brillante el pasado sábado ante el Tenerife, supone un interesante motivo para la esperanza. Su tanto, el primero de un delantero centro nato de los tres que tiene la plantilla, quitó al extremeño un peso de encima, al igual que al zaragocismo, confiado en que todo sea distinto a partir de ahora y que el gol deje de ser, al fin, una quimera.

Tan indiscutible es ahora la titularidad de Alegría como, al parecer, la de Eguaras. JIM cree a pies juntillas en el navarro y en lo que aporta a un equipo que, sostiene, no tiene a otro como él. Así que, si no hay sorpresa, el mediocentro volverá a la sala de máquinas una vez cumplida su sanción. Sin él en el once, el Zaragoza ha jugado media docena de partidos, con reparto equitativo de resultados: dos victorias, otros tantos empates y dos derrotas. Claro que su ausencia ha sido menos frecuente fuera de casa (solo dos partidos, en Miranda y en Tenerife). En ambos, el Zaragoza perdió.

Salvo la vuelta del navarro, no se prevén mayores novedades en una alineación que JIM no suele tocar tras una victoria. De este modo, Cristian seguirá escudado por Vigaray y Nieto en los laterales y Jair y Francés como centrales a no ser que el entrenador alicantino opte por dar una vuelta de tuerca al equipo en busca de ese paso adelante y disponga una defensa de tres centrales en la que entraría Peybernes y, previsiblemente, Nieto se caería para dejar el carril a Chavarría. Si la línea de cuatro se mantiene, el catalán repetirá por delante de Nieto en la medular. Bermejo, en todo caso, también es fijo en uno u otro diseño. Arriba tampoco emergen dudas acerca de la continuidad de la pareja formada por Narváez y Álex Alegría, que agradeció con gol la respuesta de JIM a su súplica de jugar con un amigo cerca.

Dos meses acumula el Rayo sin ganar en Vallecas y casi tres desde la última vez que dejó su portería a cero. Desde aquel 19 de enero, la solvencia defensiva de los madrileños ha saltado por los aires, lo que ha sido determinante para que las dudas se hayan instalado en el equipo de Iraola, que lleva ya cinco partidos consecutivos (tres empates y dos derrotas) sin ganar.

En medio de ese bache de resultados, aderezado con un juego pobre y numerosos errores defensivos, aparece ahora el Zaragoza dispuesto a, por una vez, ser él quien pesque en río revuelto. El Rayo ya se ha despedido del ascenso directo y otro traspiés esta noche le dejaría fuera de los puestos de playoff. Claro que el Zaragoza hace tiempo que no asusta cuando aparece por la puerta. Quizá el Rayo sea esa luz al final de un túnel todavía muy oscuro.