Una soberana paliza y con una exhibición exquisita y deliciosa. Muchas veces se dice y todavía no son suficientes. El Real Zaragoza juvenil enamora, engancha y es un tremendo orgullo. El equipo dirigido brillantemente por Iván Martínez volvió a maravillar, le endosó una manita al débil Apoel chipriota, que no fue rival en ningún momento (ni tiró a puerta de hecho) y lo hizo con otra demostración de fútbol reluciente.

Dejó matada la eliminatoria el Real Zaragoza y, a falta del trámite de la vuelta, los aragoneses ya esperan a un rival de la fase de grupos de la Champions. Y lo hizo con un partidazo, como acostumbra, en el plano colectivo, pero a riesgo de ser una injusticia, es digno de mención el enorme choque de Carbonell. Es un lingote de oro, un futbolista con aura especial, un genio en proceso. Marcó tres goles y dio un recital de controles, visión de juego, movilidad, verticalidad, desparpajo, descaro y frescura. La Romareda le despidió del campo en pie. No fue para menos.

En cuanto al resto del equipo, no se quedó atrás. Ya se podía advertir en la previa que el Zaragoza era muy superior al Apoel, pero luego había que demostrarlo. Y se hizo desde el mismo primer instante. Los primeros 20 minutos fueron de fábula, con combinaciones de enorme talla y una suficiencia en el juego reservada a los más grandes. Desde la defensa raseando hasta el ataque le llegó el balón a Azón a los dos minutos, pero su tiro escorado lo detuvo el guardameta. Instantes después, Carbonell robó en la frontal el esférico a la zaga chipriota, Azón recortó con maestría y fue derribado. El penalti no lo falló Carbonell.

Siguió el festival. Entre Carbonell y Vela se inventaron una jugada de videojuego que Sancho definió, pero la gran estirada de Georgios evitó el segundo. Se veía venir y llegó, pero como no podía ser de otro modo, con una genialidad. Azón peinó un pase largo y Carbonell recogió el balón, recortó a dos rivales y definió con clase al palo corto, dejando al meta chipriota como una estatua. Hasta el intermedio el ritmo decayó, pero al borde del pitido del colegiado, Vela se inventó otro chicharro. Combinó con Azón, rompió por el medio y ya de paso a la defensa con un recorte y definió cruzado.

De escándalo

Solo el carrusel de cambios del segundo tiempo (hasta diez) hizo que bajara algo la intensidad, pero no los acercamientos. Azón de cabeza tras un rechace y tras un centro bajo de Jaime Sancho no pudo obtener su merecido premio del gol. Tras ello, el Apoel dispuso de su única ocasión con un rebote en el área que definió horrible Neokleus.

El Real Zaragoza seguía con el tarro de las esencias abierto y haciendo un fútbol de escándalo. Carbonell proyectó un pase filtrado para Puche, pero su mano a mano lo rechazó el meta visitante justo antes de que no se rindiera en la pelea de un balón dentro del área, lo que propició otro penalti, que volvió a definir al fondo de la red. Hattrick de la perla.

En los minutos finales, con la línea ofensiva totalmente renovada con aire fresco, todavía hubo tiempo para redondear la faena. Se le escapó por poco a Yus, porque el larguero le frenó, pero no a Marín, que penalizó una pérdida infantil del Apoel cerca de su área. Son juveniles, pero dieron un baño de gigantes.

Ficha técnica:

Real Zaragoza: Acín, Borge, Ángel, Javi Hernández, Yus, Francho, Sancho (Marvin, m.82), Castillo (Soler, m.82), Azón (Puche, m.56), Carbonell (Marín, m.71) y Vela (Marc, m.71).

Apoel: Georgios, Vrontis, Kazakeos, Papathanasiou (Pitsillides, m.81), Satsias, Gavriel, Papapanagiotou (Dimitrou, m.67), Hadjipanayiotou (Demetriou, m.74), Orfanidis (Pochouzouris, m.74), Theodosiou (Neokleous, m.46) y Kalogirou.

Goles: 1-0, m.6: Carbonell (p.). 2-0, m.21: Carbonell. 3-0, m.45: Vela. 4-0, m.65: Carbonell (p.). 5-0, m.92: Marín.

Árbitro: Julian Weinberger (Austria). Amonestó al local Javi Hernández.

Espectadores: Alrededor de 10.000.