El Real Zaragoza perdió contra el Lugo en casa, un rival que hasta entonces tan solo había vencido un encuentro, y lo hizo con estrépito, encadenando dos derrotas consecutivas tras la que había sufrido una semana antes en Almería. A los malos resultados ha añadido una preocupante rebaja de su capacidad ofensiva y, ayer, una reducción de la calidad de su fútbol, que descendió por debajo de la línea de la mínima expresión. La crisis, coincidente con la lesión de Igbekeme y los problemas de Idiakez para hallar una fórmula que compense la ausencia del africano, está descolgando al conjunto aragonés de uno de sus objetivos principales --al menos en los discursos de técnicos y jugadores--, la lucha por los puestos de ascenso directo. El Málaga, pese a caer contra el Las Palmas (1-0), se mantiene ílder con 15 puntos por 14 de los canarios, segundos en la tabla (a la espera del Granada-Deportivo de mañana). Es decir que las dos primeras posiciones se contemplan a siete y seis puntos.

Con tan solo seis jornadas celebradas y aún una vida por delante, el equipo de Idiakez ha perdido pujanza como aspirante al trono de la competición. Por medio se le ha colado gente importante y por detrás le persiguen nueve clubes con dos puntos de margen. El próximo viernes pasará un examen muy importante en el Carlos Belmonte para reaccionar antes de que las dudas le persigan de verdad. Le espera un Albacete que es tercero y con mucho gol y no por casualidad: los manchegos son los únicos junto al Las Palmas que no saben lo que es perder, más fuerte por ahora lejos de su campo que ante su afición. No es una situación de urgencia, pero sí de advertencia, ya que otro traspiés podría despertar algún fantasma. Los tres puntos en este desplazamiento toman así un carácter de obligatoriedad para sanar esta dinámica nada convincente, al manos con la meta del regreso a Primera sin pasar por otra promoción.