Un partido es un partido y no marca tendencias. Pero sí dibuja situaciones y define estados de ánimo. Al encuentro contra el Alcorcón, el Real Zaragoza se presentó con el viento de cola empujándole hacia la cima, y del encuentro salió con un vendaval en contra, que frenó en seco su trayectoria ascendente. A la reanudación de la Liga, el Real Zaragoza llegó pleno de certezas, seguridades, verdades incontestables, determinación, confianza y tranquilidad. De la noche del sábado salió repleto de dudas, inseguridades, miedos e intranquilidad. Todo el caudal de fuerza colectiva e individual que había acumulado hasta la jornada 31 saltó por los aires. Sentado en la segunda posición, todavía con dos puntos de renta sobre el tercer clasificado, pero con una inestabilidad que no tenía. Ese es el escenario al que el equipo se enfrenta en estas diez últimas jornadas.

Ya no es tanto recuperar la calidad y la firmeza del fútbol, que difícilmente volverá a ser como fue porque el nivel de autoconfianza que había alcanzado el equipo de Víctor Fernández era altísimo y su ritmo de juego en fases prolongadas resultaba también muy elevado, algo que el propio estado físico de la plantilla complicará ahora. Es más bien dar con la fórmula exacta para la gestión de la inseguridad que el 1-3 ha producido. La indecisión colectiva, porque todos se vinieron abajo al primer contratiempo, sin nadie en la grada para poder levantarlos, y la indecisión individual. Menos los tres centrocampistas y la furia de Suárez, esta vez impreciso, el resto rindió a bajas revoluciones, algunos con errores gruesos insospechados, especialmente El Yamiq, infalible hasta la fecha, Cristian o Atienza, reincidente.

El traspiés se generó, sobre todo, a raíz de una pifia que desencadenó el resto. Hasta entonces, el encuentro era igualado, con un nivel de juego y tensión competitiva pareja. Pero nada está como estaba ni es como era. El remedio para volver por donde se caminaba, o al menos intuir aquel destino, no ha cambiado: ganar. Los efectos emocionales y deportivos de las victorias son universales, también en esta nueva anormalidad.