Pitarch es un impresentable. Hubo insultos graves por su parte. Voy a ir a Zaragoza a dar la cara, no como hizo él en el partido de la primera vuelta", declaró esta misma semana Valentín Botella, actual vicepresidente del Hércules, desenterrando una hacha de guerra con el director general zaragocista y amenazando con decirle más cosas a la cara. Sin embargo, no va a tener fácil verse con él, porque el club aragonés comunicó al Hércules que no permitirá el acceso al palco a Botella, que llegó anoche a Zaragoza y que hoy estará en La Romareda, aunque no donde tienen que estar los dirigentes del equipo rival.

¿De dónde viene la pelea? Botella, presidente del Hércules hasta el 2012 durante 8 años, fue el gran aval para que Pitarch desembarcara en el Hércules en el verano del curso 12-13. Su relación venía de la etapa del director general zaragocista como jugador del Orihuela (90-91), de donde es natural Botella y donde tiene su empresa (Procumasa).

Ahí nació su amistad, desayunos matinales antes de entrenar incluidos, y Botella, uno de los máximos accionistas del Hércules junto a Enrique Ortiz, aunque la mayor parte del capital corresponde a la Fundación del club, a través de la inyección que recibió de las arcas públicas de la comunidad (18 millones), puso su nombre en la mesa cuando la entidad herculana pretendió destituir a Sergio Fernández, entonces director deportivo.

Sergio se había opuesto a la llegada de Portillo, casado con la hija de Enrique Ortiz, y eso fue la gota que colmó el vaso de la paciencia del club, que no pudo llegar a un acuerdo con el director deportivo para su salida. Así, Pitarch, que iba a llegar con ese cargo, lo tuvo que hacer como presidente, con un salario que rondaba los 300.000 euros anuales, según algunas fuentes, y se llevó al Hércules a Paco Ors, que pasó a ser director deportivo de la Fundación, puesto que la entidad ya tenía a un secretario técnico (Carmelo del Pozo). La intención de Ors de fichar al exzaragocista Braulio desató también la guerra entre Pitarch y Sergio Fernández al poco de arribar el actual dirigente del Zaragoza, que fue junto a Ors y al entrenador Juan Carlos Mandiá el que llevó a cabo toda la planificación de fichajes en el verano (Fran Mérida, Sarpong, Leandro Cabrera, Pere, Braulio...).

MOISÉS Y QUIQUE

La temporada comenzó mal para el Hércules y Mandiá fue relevado por Quique Hernández --todavía entrenador ahora--, al que acompañó en esa etapa Moisés, actual secretario técnico zaragocista. Moisés fue una apuesta de Pitarch que Quique aceptó porque ya se conocían de la etapa de ambos en el Huesca, pero el exdelantero hubiera sido el ayudante del técnico también si hubiera arribado Carlos Ferrando, el preferido por Pitarch. Colista muchas jornadas y en plaza de descenso casi toda la primera vuelta, la revolución en enero era obligada. Así, Pitarch apostó por Paglialunga o Pablo Redondo, Quique Hernández convenció para ir a Alicante a Javito, Mario Rosas y Nacho González y regresaron al equipo Noe Pamarot o David Cortés tras un breve paso de ambos por el Granada. El Hércules reaccionó para salvarse en la segunda vuelta.

Ya en enero pasado las relaciones entre Pitarch y el club se empezaron a deteriorar, aunque Botella, de puertas afuera, hizo un comunicado en febrero mostrando su total apoyo al presidente. Sin embargo, los últimos meses el distanciamiento era un hecho y todo culminó en la última semana de junio, cuando el Hércules tenía que presentar, antes del 30, el informe de las cuentas anuales. La versión de Botella es que Pitarch alude a una prórroga que había dado la Liga para presentarlas, hecho más tarde negado por la LFP, y después ni se presenta al consejo ni responde a las llamadas, por lo que, según la entidad, el equipo estuvo al borde del descenso administrativo de haberse dado ese retraso. El dirigente zaragocista, que por entonces ya estaba negociando con Agapito Iglesias, envió un mail a Ortiz, a Botella, al abogado del consejo y a Carlos Parodi, entonces consejero delegado y ahora presidente, en los que los tachaba, según éstos, de «golfos y sinvergüenzas », entre otras cosas.

Ahí, la ruptura ya fue total y después de que en la primera vuelta el director general zaragocista no acudiera al Rico Pérez, Botella, que sabía que en La Romareda el encuentro era inevitable, no tardó en recordar esta semana que el conflicto estaba muy presente. «Ni olvido ni perdono». Eso sí, en el palco no se lo podrá decir.