El futuro de Lalo Arantegui como director deportivo del Real Zaragoza está cada vez más en entredicho y el apartado económico no será un escollo insalvable en caso de que, finalmente, el club decida poner fin a su etapa al frente de la gestión deportiva. Porque, cuando Lalo renovó, el pasado mes de marzo, hasta el 2024, se incluyó en su contrato una cláusula de desenganche por la que el club podría asumir su destitución y abonarla en cómodos plazos.

Así, si el consejo de administración decide que Lalo ya no puede seguir siendo el director deportivo del Real Zaragoza, deberá abonarle el 50% de lo que le resta de contrato en un desembolso que se realizaría mes a mes. Es decir, si Lalo es despedido, el Zaragoza tendrá que pagarle la mitad de los tres años y medio que tiene de contrato, a razón de 250.000 euros por temporada, restando lo que habría percibido ya correspondiente a esta campaña. La cantidad resultante (alrededor de 450.000 euros correspondientes al 50% del total que le quedaría por percibir) se le pagarían mes a mes, por lo que el club no estaría obligado a asumir un desembolso importante de una sola vez.

El mismo caso se aplicaría a José María Barba, secretario técnico y mano derecha de Lalo, cuyo despido estaría recogido bajo las mismas condiciones, aunque, en su caso, su salario anual es notablemente inferior, entre los 80.000 y los 90.000 euros.

Pero, de momento, Lalo sigue al frente de la dirección deportiva del Real Zaragoza, a pesar de que su figura se encuentra seriamente dañada como consecuencia del rendimiento del equipo esta temporada. Su crédito es cada vez menor y su salida se antoja indispensable para el regreso de Víctor Fernández como mánager general, pero aún no hay nada decidido.

Lo que cada vez parece más evidente es que una hipotética rescisión de Lalo no repercutiría en Luis Carlos Cuartero, el director general que le propuso la renovación por cuatro temporadas y que sigue contando con respaldo en el consejo de administración. En todo caso, el crédito del exfutbolista también se ha visto reducido considerablemente en los últimos tiempos.

Mientras, nadie dice nada ni da la cara para dar explicaciones a un zaragocismo cada vez más cansado y asustado al que la entidad solo ha dedicado un discreto comunicado publicado en la noche de este lunes. Cuartero se aferra a su rechazo a las comparecencias públicas, una decisión que ya adoptaron en su día otras piezas clave del engranaje zaragocista, como Pedro Herrera. Más arriba tampoco se oyen voces. El presidente, Christian Lapetra, permanece en silencio a pesar de la representatividad intrínseca a su cargo.

El consejo, por su parte, se empeña en transmitir unidad y serenidad, negando discrepancias y presumiendo de uniformidad en la toma de decisiones. Pero el Zaragoza sigue sin reaccionar y se encuentra cada vez más hundido en el fondo de una tabla clasificatoria que ya sitúa la salvación a tres puntos de distancia.

Pero la impresión es que nadie soltará la mano de Lalo hasta que no quede otro remedio. Hasta entonces, el director deportivo, que en su última comparecencia (antes del partido ante el Oviedo) aseguró que «nos ponemos demasiado pronto nerviosos con la situación del Zaragoza», aguantará, pero no serán razones económicas las que impidan su salida.