Víctor Muñoz y Martín González han formado un ejército con mayoría de soldados rasos, un equipo distinto, de cierto talento individual y una encomiable disposición para el sacrificio. Y lo han hecho contra el reloj, sin apenas dinero, exprimiendo la imaginación y aceptando la dictadura de catálogos con jugadores cedidos, en tierra de nadie, procedentes de la cantera. El resultado no ha sido malo, ni mucho menos, pero en tres jornadas el Real Zaragoza no ha ganado un partido y se ha puesto a tiro de los puestos de descenso. No se van a encender las alarmas pese a la paliza en el Mini Estadi, que debe, o debería tener, mucho más de aprendizaje que de crítica para todos, incluidos el director deportivo y el entrenador. La derrota de ayer es un aviso para que cada cual en el club mantenga los pies en el suelo, en las tierras movedizas de un pasado muy vigente, un presente incierto y un futuro sin rostro

El Real Zaragoza se echó a dormir anoche bajo el bombardeo de un filial sin sus mejores futbolistas, ausentes por compromisos con sus respectivas selecciones. El 4-1, después del correcto comportamiento contra el Recreativo y de la notable segunda parte frente a Osasuna, recupera una realidad incuestionable por mucho que se quiera esquivar. Cuando Agapito Iglesias cedió el testigo, la gente salió a las calles para celebrarlo, pero lo cierto es que el conjunto aragonés sigue en Vietnam, rociado por el napalm del empresario soriano y las balas perdidas de una economía de guerra, que todo lo condiciona y de la que será complicado desprenderse de inmediato.

En Barcelona la defensa, la mejor línea hasta la fecha, fue un desastre... El gol que se marcó merecería un premio a la tecnología ofensiva, un espectacular triangulación entre Ruiz de Galarreta, Borja y Eldin para empatar el partido tras recibir un tanto en fuera de juego. Los contrastes fueron brutales por momentos, lo que empieza a descubrir que el Real Zaragoza hará la goma en muchas ocasiones, que ganará un día gris y perderá a pleno sol. Que el más destacado un tarde será una sombra una semana después. Que nada es verdad ni mentira y que sería muy sano utilizar las trincheras para madurar en regularidad y para protegerse contra los cantos de sirena. Para buscar la yugular del rival sin dejar al intemperie la propia.

El cierre del mercado ha dejado un par de perlas inoportunas. Martín González ha dicho que pensar en el ascenso no es una locura, y Víctor Muñoz comentó que esta plantilla es mejor -o un poquito mejor- que la tuvo el curso anterior. Puntualizaron sus palabras con prudencia, si bien se dejaron seducir por la pasión. Ambos fueron imprudentes. Nada más. El Barcelona B les contestó ayer como la Ponferradina al Betis y el Alavés a Osasuna. La Segunda División se disputa en el sudeste asiático del fútbol, en la selva, a golpe de machete. Es una lección que el Real Zaragoza tenía aprendida y debe de repasar con modestia.