Si hay un equipo en el mundo que maneja los tiempos de los partidos a su antojo, ese es el Atlético de Madrid. Muchos años antes de Simeone y de que la tecnología controlara este tipo de aspectos del juego, el conjunto colchonero se distinguía por resolver los encuentros al contragolpe, cediendo el protagonismo a sus enemigos. Ahora, aquella tradicional estrategia rojiblanca es una de las doctrinas mejor impartidas y ejecutadas del planeta: entrega el balón sin pudor alguno para, una vez recuperado, lanzarse a una electrizante transición que por lo general termina por darle la victoria. La posesión, en este caso, ha sido domesticada con científica precisión, pero no siempre expresa con exactitud todos los porqués en los análisis de los partidos. En muchas ocasiones se relativiza este factor en función de situaciones aleatorias, intrínsecas a un deporte expuesto a la improvisación e incluso a la fortuna.

Del Real Zaragoza se ha extenido la teoría de que es un bloque que luce más con la pelota en sus pies, que la genética de sus futbolistas impulsa a una apuesta frontal por someter al contrincante. Nada más lejos de la realidad. En las 27 jornadas disputadas, tan sólo ha conseguido vencer dos veces siendo el propietario del esférico, la última este fin de semana contra el Nástic (55%). Antes lo logró en el triunfo más cómodo del curso, en el 3-0 sobre el Numancia (66%). En ambas citas tomó el control del marcador y dejó su portería imbatida. Tampoco puedo reflejar su supremacia en el resultado al empatar en casa frente a Granada (66%) , Cultural (51%), Reus (55%) y Barcelona B (55%), y fuera ante Oviedo (58%), Sevilla Atlético (64%), Albacete (63%). Seis de sus ocho derrotas las ha sufrido llevando la batuta del juego: Tenerife (55%), Alcorcón (55%), Huesca (54%), Almería (63%) Valladolid (61%) y Granada (62%), encuentros en los que hubo una manifiesta y estudiada entrega de poderes de sus adversarios tras tomar ventaja o distancias considerables.

El equipo de Natxo González ha subido 13 puntos a su cuenta con mayor posesión y 6 en igualdad de condiciones (50% contra Sporting en Gijón y Tenerife en el Municipal) De los 37 que posee en la actualidad, 18 los ha conseguido con un menor control temporal del balón, lo que desmonta en gran parte que se sienta más cómodo con el gobierno de los encuentros sino todo lo contrario. Se impuso a Córdoba (49%), Lorca (48%), Rayo Vallecano (43%), Córdoba (47%) y Lugo (46%) e igualó con Nastic (37% con la expulsión de Borja de por medio), Osasuna (47%) y Alcorcón (36%). Y sólo ha caído ante el Lugo en el Anxo Carro (40%) y en la visita del Cádiz a la Romareda (41%).

Algunos porcentajes hay que ajustarlos al momento y a las circunstancias, pero sí indican que el Real Zaragoza no es un equipo mandón y que cuando le ceden ese papel, sufre bastante. La sobrecarga de centrocampistas, con el trivote como eje principal de las operaciones, le otorga masa física y cierta armadura defensiva sin llegar a dotarle del pilotaje de los partidos. En este sentido, su productividad ofensiva desde la combinación o la profundidad teniendo el centro del campo como punto de partida es reducida aunque ha crecido en los últimos encuentros. Los goles llegan en gran medida a balón parado --nada nuevo por otra parte en el horizonte de esta categoría-- o engendrados en la fortaleza individual de Borja Iglesias. Mientras, la pelota no es una aliada fiable de un equipo que busca todavía su auténtica identidad en el juego colectivo.