«Joder, ¡qué voy a jugar la Champions!». Joel Valencia está en una nube y sí, competirá en la máxima competición continental la próxima temporada tras hacer historia con el Piast Gliwice de Polonia, aunque para llegar a la fase de grupos deberá superar la previa. Él y su equipo han sido campeones de Liga por primera vez en la historia del club tras una temporada inmaculada en la que el objetivo era salvarse. Joel vuelve a sonreír y a decir bien alto que está aquí, porque a título personal también ha sido un curso de ensueño. De hecho, el lunes fue elegido mejor jugador de la temporada y mejor centrocampista gracias a los seis goles, cuatro asistencias y todo el fútbol desplegado.

«Estoy orgulloso, porque todo el mundo me daba como acabado o muerto», cuenta un Joel al que se le nota eufórico, porque se lo ha ganado por derecho propio ya que estos triunfos individuales y colectivos suponen «un poco de reivindicación», de decir que «no era tan malo como se pensaba, porque hubo mucha mala suerte con las lesiones y falta de oportunidades». «Hay gente que te apoya y otra que cuando estás abajo te quiere hundir más», afirma.

Debutó con 16 años en un Real Zaragoza-Real Madrid, el más joven de la historia del club aragonés y, como no podía ser de otro modo, se le puso la etiqueta de estrella emergente. Fue en agosto del 2011 y ya casi han pasado ocho años desde aquella mágica fecha. Tras salir de la disciplina blanquilla comenzó un periplo por el Atlético Malagueño, la UD Logroñés y el Koper esloveno sin fortuna.

«UNA LOCURA»

Ahora ha llegado la redención para el ecuatoriano. «Estaba todo tan mal que incluso llegué a perder confianza en mí mismo. Aquí he encontrado un grupo humano maravilloso que confía, me apoya y me da la pelota. He demostrado un buen fútbol gracias a mis compañeros y a los entrenadores. He rendido a un nivel muy alto», relata el centrocampista.

Sobre si la consecución de la Liga y los dos premios individuales suponen que viva el mejor momento de su carrera deportiva, Joel lo tiene claro: «Sin duda». «En el mundo del fútbol no había hecho nada. Había debutado y tal, pero nada más. He ido de un sitio a otro y he estado normal o mal y este año por suerte ha salido todo bien y el equipo ha ido genial», explica.

La hazaña del Piast Gliwice cobra mucho más valor tras conocer su historia, la de un equipo pequeño que llega hasta la cima pasando por encima de clubs más potentes. El palmarés estaba vacío, de hecho, ya que lo máximo que había conseguir el club del sur de Polonia era ser subcampeón de Liga en la 15-16 y dos veces finalista de Copa, pero a finales de los 70 y principios de los 80. Así hasta el triunfo en casa por 1-0 ante el Lech Poznan que desató la alegría.

Es la primera vez que gana la Liga y el objetivo de la temporada era la salvación, ya que en la temporada anterior, en el último partido, un empate o una derrota les mandaba a Segunda, aunque salvaron la papeleta. Aquel fue un curso de aprendizaje y de conocerse todos los jugadores nuevos, pero el proyecto continuó con algunos ajustes que han propiciado una campaña tremenda. «Es una locura. Estoy súper contento y a la vez tranquilo. Es como si todavía no nos hubiéramos dado cuenta de lo que hemos hecho, que es muy grande para el equipo tan pequeño que somos», cuenta Joel.

De aquel curso a este, además de que la plantilla estuvo más ensamblada sobre el terreno de juego, el técnico también hizo algunos pequeños cambios que le vinieron muy bien al Piast Gliwice. Uno de ellos fue pasar al ecuatoriano a la mediapunta, ya que estaba jugando en banda, lo cual le vino de lujo.

Solamente le he quedado una pequeña espina, que han sido los seis palos que ha pegado en la temporada y que hubieran engordado sus números goleadores. Pero eso no ha impedido que la Liga haya reconocido su juego ni que haya guiado a su equipo a ganar el mayor éxito de su historia, que le permitirá disputar la Liga de Campeones el próximo curso. «Poner el himno de la Champions fue lo primero que hicimos al llegar al vestuario», confiesa.

Además, antes de certificarse su presencia en la máxima competición continental, Valencia cuenta que se reunía con sus compañeros para ver los partidos y que comentaban y se imaginaban vivir esa situación. Y ahora, va a tener la oportunidad por derecho propio. Joel ha vuelto para quedarse, aunque realmente nunca se fue.