Faltaban unos minutos para las 9 de la noche, la hora fijada para el comienzo del encuentro entre el Real Zaragoza y el Sporting, pero todo el mundo ocupaba ya su asiento. La cita lo requería. La Romareda rendía tributo a las categorías base de un club cuyos equipos han logrado ganar todos los campeonatos. Hacía casi veinte años que no ocurría, así que la ocasión bien merecía acudir a tiempo.El homenaje programado por la entidad fue para todos, aunque, especialmente, para el Zaragoza juvenil, campeón de España por primera vez en su historia.

En realidad, el de ayer era el segundo reconocimiento a este ejército casi invencible, que ya recibió el aplauso de su gente cuando conquistó la Liga. Pero la gesta de Vigo obligaba a vestir a cuerpo técnico y plantilla de héroes. Lo son. Por eso, los primeros equipos de Sporting y Zaragoza hicieron un pasillo tan justo como merecido para los campeones. Fue entonces cuando la grada enloqueció de orgullo.

Antes, a media tarde, toda la expedición había acudido al Pilar para ofrecer a la Virgen, ataviada con el manto zaragocista de las grandes ocasiones, los títulos conquistados. Desde ahí, Iván Martínez y los suyos se montaron en el autobús que les dejó poco después a las puertas de La Romareda. En casa.

Por fin, ayer se escaparon lágrimas de alegría en La Romareda. Y de orgullo. De pasión y sentimiento. Un llanto procedente del corazón y de un alma maltrecha como consecuencia de los numerosos disgustos sufridos en los últimos tiempos.

De caza

Ayer, el zaragocismo soñó con un futuro mejor y con escapar del lugar donde se encuentra preso desde hace seis años. Hoy, los leones salen otra vez de caza. Se van a Villarreal, escenario del partido de ida de los octavos de final de la Copa del Rey juvenil (18.00 horas) para medirse a un equipo castellonense con ganas de venganza tras haber sido la víctima del Zaragoza en la final de la Copa de Campeones.

Pero el conjunto aragonés no conoce el miedo. Nunca lo ha sentido. Es el rey y con eso basta para que el adversario le mire con respeto. Como el que siente Martínez por toda su plantilla. Por eso concederá protagonismo a varios jugadores que no fueron inscritos en la Copa de Campeones. Entre ellos no estará Jesús Jiménez, lesionado y tampoco el capitán Javi Hernández, a todos los efectos jugador ya del filial, con el que disputará el playoff de ascenso a Segunda B.

Pero eso será otra historia. El Zaragoza juvenil afronta otro reto dispuesto a seguir cumpliendo sueños. Como los de La Romareda, que ayer revivió momentos mágicos que hace demasiado que no disfruta. Solo el futuro ayuda a hacer más llevadero un presente repleto de disgustos y sinsabores. Ayer, todo empezó bien con ellos. Pero parece claro que lo mejor está todavía por llegar.