El Real Zaragoza tuvo forma de cohete en el inicio del campeonato, pero según han ido avanzando las jornadas, se le ha ido viendo el plumero al artefacto que pilota Víctor Muñoz. Ayer regresó a la tierra, a la de nadie, en su efímero viaje por las estrellas. Más bien fue derribado por el Espanyol, un equipo mayor de edad que lo zarandeó como si fuera un trasto, una vieja cafetera. La caída puede interpretarse como una crisis de resultados y de juego pero, sobre todo, de identidad. El conjunto aragonés ha perdido los valores básicos de un conjunto competitivo para instalarse en el destierro de lo vacuo, de lo inútil, de lo previsible, del hastío. Pálido, sin recursos para reaccionar porque Villa está seco tras sus lesiones y Savio se ha hecho humano. Y con un entrenador que perdiendo cambia un lateral por otro como revolucionaria declaración de intenciones ofensivas... El quinto partido consecutivo sin ganar lleva en su vientre un tumor con tres derrotas consecutivas, dos de ellas sin conseguir un solo gol. En definitiva, dos puntos de quince posibles constatan que el bache es ahora oscuro abismo.

La batalla de las primas y la negativa de los jugadores a concentrarse antes de la cita ante los catalanes no tuvo nada que ver con este nuevo fracaso. Simplemente se enfrentaron dos mundos con tecnologías y arsenal futbolístico a años luz el uno del otro. El Espanyol comunicó de salida que iba a llevarse el partido. Su mensaje fue contundente y sincero, tan claro que el Real Zaragoza no lo discutió jamás. Se apoderó del balón, de los espacios limpios, del tiempo y construyó un juego a su antojo, libre de cualquier obstáculo, sin fisura alguna en su poderosa defensa, la mejor de la Liga. En las maniobras tuvieron especial relevancia el exzaragocista Dani y De la Peña, quienes desde sus posiciones creativas se dieron un atracón sin que Movilla ni Zapater, subyugados por ese derroche de inteligencia y combinación veloz, se atrevieran a estropear esta sociedad letal para el equipo de Víctor Muñoz.

EXAGERADA CONCESION El entrenador también se quedó como una figura de sal, absortó frente a la exhibición de su expupilo, al que tanto echa de menos. No hubo un solo gesto desde el banquillo para rebajar la exagerada concesión de metros con la mínima presión exigible, y de la sala de máquinas del Espanyol nació el gol, la sentencia. Dani se alió con De la Peña, quien le devolvió el balón para que éste lo colgara, después de cabalgar libre y salvaje por la pradera, al área. Tamudo, que no perdona nunca, no iba a hacer una excepción y retrató a Luis García con un disparo seco que envió al Real Zaragoza al depósito de cadáveres.

El Espanyol, con Lopo y Pochettino magníficos, se abrochó la cremallera para protegerse contra la ligera ventisca que fue el Zaragoza en busca del empate, un resultado que jamás tuvo a mano pese a un cabezazo de Toledo que Kameni despejó a córner en una acrobática intervención y dos lanzamientos a las nubes de Savio y Galletti en la recta final. Le echó corazón el equipo aragonés, pero sin bombear sangre al cerebro.

La visita del Espanyol resultó reveladora. Mallorca y Numancia, que ayer se partieron la cara en Son Moix, donde los isleños remontaron un 0-2 en la lucha por la permanencia, habían avisado al Real Zaragoza de su vulnerabilidad, de su vulgar fragancia de conjunto mediano pese a que en el principio se vendiera como perfume francés. Villa con sus goles y Savio con su magia disimularon mientras pudieron casi todos los defectos, que ayer se revelaron de complicada solución. El gol de Tamudo desnudó otra vez un sistema defensivo cándido por arriba y por abajo (23 toques sin oposición dio el cuadro de Lotina hasta que su artillero marcó), pero también se encargó de dinamitar un centro del campo donde los kilómetros se recorren en horizontal, con un Movilla anclado en el pase insustancial y un Zapater acongojado para atreverse a superar el rango de jerarquía de su compañero. En medio del reparto de poderes, los mediocentros aparecen cada partido con un marcado perfil funcionario, sin visión para el pase definitivo, sin llegada, sin remate...

SIN SUSTANCIA En ataque toda la pólvora pertenece a Villa, y quizá a Savio. El Guaje y el brasileño se sumaron ayer a la ingravidez de sus compañeros, cada vez más transparentes por falta de sustancia, la que consumió un Javi Moreno a quien se le ha acabado el crédito de la titularidad por decreto de su técnico. Oscar, que salió por el valenciano para aportar poco más en el caótico tramo final, sigue en el calabozo de los reservas con escasa justificación táctica: su ingreso en el equipo se debería ejecutar lo antes posible para desarticular una acartonada apuesta ofensiva que se tomaron a chirigota Lopo, Pochettino e Ibarra, un lateral de los de verdad. ¿Y Galletti? Otro reducido a la nada.

A Víctor Muñoz se le va el timón de las manos. Primero dando permiso a Dani y a De la Peña para divertirse a lo grande. El relevo de Cuartero por Ponzio con el 0-1 fue de diploma. Puede que, por ser argentino, confundiera a Leo con Maradona. El Real Zaragoza es ahora un híbrido que desconoce a lo que juega. El Espanyol lo devolvió a la tierra sin opciones para otro despegue.