El Real Zaragoza superó con buena nota el primer amistoso serio del verano frente al Ebro de Segunda B. Más allá del resultado, que estuvo acorde (o incluso se quedó corto) a lo visto sobre el césped de la Ciudad Deportiva (3-0), el conjunto de Víctor Fernández dio buenas sensaciones en cuanto a juego, asimilación de conceptos y acoplamiento general de todas las piezas, nuevas o no. Y dentro de las buenas noticias que dejó el amistoso, un nombre sobresale por encima del resto: Pep Biel.

El balear acabó en estado de gracia la temporada pasada y amenaza muy seriamente con prolongar su dulce momento. Fue el autor de los tres goles blanquillos, siendo el primero de ellos de una bellísima factura; rompió al medio y a la defensa e hizo bailar a sus pares a su ritmo. No se escondió, pidió la pelota incesantemente y fue un incordio jugando desde el medio.

En cuanto al equipo, se vio a un Zaragoza muy conjuntado y seguro de sí mismo. A Víctor se le nota que ahora tiene las piezas acordes para desarrollar el juego que desea y, su gran premisa durante todo el duelo, la repitió sin descanso a grito pelado: ritmo, ritmo y más ritmo. El técnico quiere a un equipo rápido, vertical, que madure las jugadas buscando el espacio si el rival se encierra y, si hay huecos, correr con las puntas de lanza. Atrás, solvencia y poso. Será un Zaragoza reconocible y con un ADN propio de Víctor y ayer se atisbó ante un Ebro al que, eso sí, se le notó falto de ritmo y algo desorientado.

En la primera mitad fue el Zaragoza madurando el partido. Partió Javi Ros por delante de la zaga con Bikoro, Luis Suárez en la zurda, Soro en la derecha, Pep Biel en la mediapunta y Dwamena arriba. Vigaray, que dio muestras de su calidad y verticalidad, se topó con el larguero a los tres minutos en un córner en el primer aviso. Entonces Pep Biel comenzó a despuntar. Primero hizo una gran jugada individual que no culminó Dwamena. A los 20 minutos, el balear cazó un balón escorado en el área y con poco ángulo y se le ocurrió tocar la pelota sutilmente para batir a Monforte por la escuadra.

Dwamena, sin suerte / Creció el Zaragoza, que estuvo bien plantado, ordenado y moviendo con soltura la pelota, haciéndole caso a Víctor Fernández, que seguía pidiendo ritmo y rapidez. Vigaray y Lasure aportaron profundidad y Pichu Atienza, mucha tranquilidad y salida limpia de la pelota. Bikoro desde fuera probó, lo mismo que Luis Suárez con un latigazo desde el pico del área. El Ebro, que fue de más a menos, solo pudo marcar una vez con un cabezazo de García que sacó con una gran estirada Ratón.

En la segunda mitad, entre el cansancio y el carrusel de cambios el partido se volvió soso. El Ebro no generó peligro y el Zaragoza, antes de que rotara a casi todo el equipo a la hora de partido, mató el duelo con otros dos tantos de Pep Biel, que llegaron tras un mano a mano de Dwamena al espacio que se fue fuera por milímetros.

El mediapunta balear aprovechó una internada por banda de Vigaray, que sorprendió a la defensa, para marcar casi a placer y, dos minutos después. fue Luis Suárez el que se fue por banda, la puso en el área y, aunque Dwamena no acertó primero, sí que lo hizo Pep Biel. El ghanés, que dio muestras de su potencial, se topó con el palo antes de ser cambiado y de que el duelo perdiera interés hasta el pitido final, con minutos casi intrascendentes.