Dijo Víctor que quería una plantilla corta. 21 jugadores como máximo. O 22 incluyendo a Clemente, con ficha del primer equipo pero al que el técnico, en principio, quería en el filial para acumular minutos. Baselga, el delantero del Deportivo Aragón, debía ser el jugador número 23. Pero no más. Así, argumentaba Víctor, serían menos probables los conflictos generados cuando un entrenador deja fuera de una convocatoria a un amplio número de efectivos. Una plantilla corta con la ayuda del filial. De eso se trataba.

Sin embargo, el deseo del entrenador aragonés no se ha cumplido. El plantel que dirigirá será, al menos hasta enero, algo más poblado de lo previsto. En concreto, la plantilla estará integrada por dos futbolistas más, es decir, 24 contando a Clemente y 25 si se incluye a Baselga, que ahora queda como el cuarto efectivo de la delantera junto a Dwamena, Luis Suárez y Linares.

En las cuentas de Víctor faltan dos -el mediocentro defensivo y el punta que deseaba incorporar- y sobran otros tantos -Pombo y Bikoro-. El canterano no cuenta y el guineano, del que se valora su progresión, apuntaba a ser cedido, pero la lesión sin fecha de reaparición de Zapater ha llevado al club a mantenerlo en la primera plantilla al menos hasta enero. Víctor también aprobaba la salida de Linares si hubiera llegado otro punta. La sensación es que al técnico le convence más Baselga como tercer delantero que el veterano ariete de Fuentes de Ebro.

Una fisonomía distinta

Así, una vez cerrado el mercado veraniego, la fisonomía del Zaragoza es algo diferente a la que el cuerpo técnico pretendía, pero, en todo caso, Víctor ya ha dejado claro en numerosas ocasiones que le gusta lo que tiene. «Estoy encantado con lo que tengo. Es una plantilla más sólida y compensada», dijo ya en julio. Sin embargo, el técnico se ha quedado sin esa guinda con la que, sostiene, las opciones de ascenso se incrementaban considerablemente. «Parece una chorrada, pero no lo es», dijo hace escasos días en referencia a la conveniencia de fichar al mediocentro y a otro delantero.

Se trata, en todo caso, de una plantilla más versátil y heterogénea, con dos jugadores por puesto y adaptable a varios sistemas. Nada que ver con la de la pasada campaña, confeccionada exclusivamente sobre la idea de un rombo como estilo casi exclusivo. Ahora, los jugadores disponibles también permiten esa disposición -de hecho ha sido la elegida por Víctor en los dos últimos partidos- pero el rombo ya no es la opción, sino una más. Eso sí, tanto la actual plantilla como la de la pasada temporada tan solo cuentan con un extremo específico -Álex Blanco ahora y Aguirre la campaña anterior-.

Especialmente relevante se antoja el paso adelante dado en defensa, donde Álex Muñoz, Perone y Verdasca han sido sustituidos por Atienza, Guitián -que ya llegó en enero- y la recuperación de Grippo y Clemente. El salto de calidad es evidente. También en el cambio de Benito por Vigaray parece haber salido ganando un Zaragoza con los dos laterales bien cubiertos.

La composición de la medular -con numerosos jugadores con buen pie y tendencia a jugar por dentro- anuncia el estilo asociativo que persigue Víctor, incapaz de renunciar al balón pero consciente de la necesidad de incluir músculo y orden táctico en la zona ancha. Eguaras y Ros se disputarán el eje cuando el esquema imponga un elemento en solitario. Si la apuesta es un doble pivote las opciones crecen e incluyen a Guti, James, Zapater o Bikoro, más interiores, una posición en la que también puede actuar Soro, aunque es más habitual en la mediapunta o en la derecha.

En este sentido, el 4-3-2-1 preferido por Víctor se ha modificado hacia un 4-4-2 en rombo que parece diseñado en busca del mejor acomodo posible para Kagawa, el fichaje estrella y aún muy lejos de su mejor versión. El cambio ha desplazado de la banda a Suárez para acompañar arriba a Dwamena y ha restado opciones de titularidad a Papu y Soro, aunque Víctor suele disponer varios sistemas en un mismo partido y eso abre el abanico.