Cuando Gustavo Poyet colgó las botas, en el 2004, Juan Manuel Sanabria apenas tenía cuatro años, uno menos que cuando Rubén Sosa decidió, un año después, que los 40 era una buena edad para dejar el fútbol. Ayer, el nuevo jugador del Real Zaragoza hizo mención a dos de los mejores futbolistas que han pisado La Romareda para mostrar su deseo de dejar una impronta similar y cautivar al zaragocismo de la misma forma en que lo hicieron sus compatriotas. «Tengo el ejemplo de Rubén Sosa o Poyet, que dejaron una marca muy buena aquí y espero no ser menos que ellos», expuso en su presentación.

Porque Sanabria derrochó ambición e ilusión en su puesta en escena. Sabe que se encuentra ante una gran oportunidad y que la llamada de un Real Zaragoza en serios apuros le permite dar el salto desde la Segunda B a Segunda, y recalar en un club «muy grande e histórico» que necesita ayuda. «Voy a dejarlo todo en la cancha para sumar. Decidí venir nada más recibir la llamada porque me encantó el interés que tenía el Zaragoza en mí y también me gusta la ciudad. Tenía ganas de dar el salto, es verdad, pero vengo, sobre todo, a sumar y a ser uno más dando lo mejor de mí y aprendiendo de todos», indicó el uruguayo.

Sanabria, que lucirá el dorsal 28 (el club se ahorra algo de dinero en la tramitación de fichas del filial, como será el caso del centrocampista), afirma que se ha encontrado un grupo «unido, con muy buen nivel y con muchas ganas» y asegura que el vestuario está dispuesto a darlo todo «para salvar la categoría» porque «el Zaragoza no merece estar ahí, sino entre los primeros», afirma.

En el filial del Atlético, el uruguayo era habitual en el interior izquierdo de un centro del campo integrado por otros dos centrocampistas más, «pero también he jugado en el doble pivote, en las dos bandas... yo me siento cómodo en cualquier lado mientras juegue», asevera el jugador, que tiene claro que la ayuda va a ser recíproca. «Vengo a ayudar al Zaragoza pero tengo claro que el Zaragoza también me va a ayudar a mí a crecer. Espero poder darle mucha dinámica, adaptarme bien y dejarlo todo en el campo, como todos los uruguayos que han pasado por aquí». De hecho, Sanabria tiene claro que el Zaragoza «era una gran opción y estoy ante una gran ocasión para crecer y, con humildad, contribuir a sacar esto adelante».

Balón parado

Entre sus aportaciones figura la ejecución del balón parado, una herramienta que solo viene dando disgustos a un Zaragoza que ha encajado casi el 40% de todos sus goles bajo esta modalidad y que apenas ha marcado uno (Azón en Cartagena) más allá de los dos logrados merced a los remates en propia puerta de Clau (Las Palmas) y Bolaño (Oviedo). «Puedo ayudar mucho ahí al Zaragoza», apunta el jugador, que ya ha entablado las primeras conversaciones con su nuevo entrenador. «JIM me ha dicho que ya me conocía y me había visto jugar en la selección preolímpica, que no tenía que demostrarle nada y que en el campo haga lo que sé hacer», subrayó el nuevo jugador zaragocista, que fue definido por el director deportivo, Miguel Torrecilla, como «un todocampista». «Sanabria es un centro mixto, de ida y vuelta y una altísima intensidad en los partidos, capaz de ayudar en la creación, en el robo tras pérdida y de saltar líneas», indicó.