24 encuentros de sanción. Ese es el récord, todavía vigente, de partidos que un futbolista en España se ha visto obligado a permanecer fuera de los terrenos de juego por castigo del Comité de Competición. Su nombre se encuentra en los libros de historia del fútbol español desde el 27 de diciembre de 1964, efeméride que cumple hoy medio siglo. El protagonista fue Joaquín Cortizo, jugador del Zaragoza de los Cinco Magníficos, quien siempre recordará esa aciaga tarde de invierno en la que una acción fortuita acabó con el jugador del Atlético, Enrique Collar, con una fractura de tibia y peroné y dejó casi sentenciada la carrera del zaragocista. "Nunca volví a ser el mismo. Esa injusticia se cobró mi carrera y todavía la recuerdo", repite todavía el jugador gallego.

Por aquel entonces el Zaragoza andaba con los Magníficos y llegó a jugar 4 finales de Copa consecutivas. El lateral derecho de ese equipo era Cortizo, que permaneció en la disciplina aragonesa 8 temporadas, donde formó parte de uno de los mejores conjuntos de la historia del club. Asentado en ese flanco derecho, el orensano formaba una pareja letal junto a Reija, lateral izquierdo. Sin embargo, el partido ante el Atlético y la lesión de Collar dieron al traste con su carrera.

Aquel partido era el último de la primera vuelta. El Atlético llegaba a La Romareda a un solo punto del líder, el Real Madrid, mientras que el Zaragoza marchaba tercero. A pesar de la fría tarde el ambiente estaba más caliente que de costumbre, ya que la rivalidad ante los colchoneros creció después de la Copa de la campaña pasada, donde el Zaragoza se había deshecho de los rojiblancos. El choque entre los de Roque Olsen, entonces entrenador zaragocista, y Otto Bummel, preparador rojiblanco, tenía todos los ingredientes para ser el más importante de la campaña.

LA ACCIÓN

Gómez Arribas era el árbitro del encuentro y su actuación en los 90 minutos de aquel partido iba a encender los ánimos de un público entregado. Según las crónicas de la época, "hubo patadas a granel entre blanquirrojos y blancos", y la labor del árbitro, pusilánime durante todo el choque, ayudó a crear un ambiente muy caliente. Luis Aragonés adelantó al Atlético. Sin embargo el Zaragoza reaccionó y consiguió darle la vuelta hasta el 3-1 final. Con el partido ya decidido se produjo la acción que pasaría a la historia. En un balón dividido ente Cortizo y Collar este último cayó al suelo, con el defensa zaragocista de espaldas a la jugada. El rojiblanco se partió la pierna. Gómez Arribas no pitó la falta, quizás uno de sus pocos aciertos en los 90 minutos. Collar salió del terreno de juego en camilla y el Zaragoza terminó ganando el partido. El árbitro exigió a Collar que, como capitán, pasase a firmar el acta. El extremo no pudo pero Gómez Arribas siguió sin ceder. Solo un certificado médico terminó por convencerlo.

Tras el partido, el Comité de Competición examinó el caso y decidió suspender al zaragocista con 24 encuentros: 15 de Liga y 9 de Copa. Con toda Zaragoza indignada, el club trató de rebajar la sanción y la afición también presionó desde la grada, pero la sanción se mantuvo a pesar de todo. El entonces vicepresidente del Atlético, el Conde de Cheles, era miembro del comité que había castigado a Cortizo, por lo que desde la entidad se defendió que la sanción se impuso por venganza.

Ocho meses después, Zaragoza y Atlético volvieron a encontrarse en la final de Copa. Ese mismo día Cortizo terminó de cumplir su sanción y en su presencia Collar levantó el trofeo de campeón. Después de un año aciago, la nueva temporada comenzó con un nuevo objetivo, hacerse con el puesto de Irusquieta, que había explotado la campaña anterior. Sin embargo, su fama de jugador brutal encendió los estadios y era increpado constantemente. Su llama como futbolista se apagó dos temporadas después en el Jaén, del que más adelante sería presidente y donde ahora vive, todavía con el recuerdo de una injusta sanción que dura ya 50 años.