Prueba de nervios, de entereza y madurez, de mucho nivel. Una más para ver de qué pasta está hecho el Real Zaragoza, como las que recientemente fueron las del Almería y el Huesca, pero la del Girona de este viernes (19.30 horas, #Vamos) suma nuevos tintes de trascendencia tras los últimos resultados. Diez jornadas después y tras el triunfo del Huesca ante Las Palmas, el equipo blanquillo sale del ascenso directo. Si pierde, se quedará tercero y, si gana, se pondrá líder. No hace falta ni recalcar la vitalidad del encuentro en Montilivi. Golpe moral o de autoridad.

Y entre tanto mar revuelto, entre cabreos por el VAR (si es que de verdad existe desde el parón), sinsabores por las dos últimas derrotas ante rivales directos y en casa, y la clasificación apretada, el Real Zaragoza debe hacer examen de conciencia, creer en el trabajo, continuar su buena línea fuera de casa y templar los nervios, enfrentarse al Girona y a sí mismo. Nunca ha estado tan cerca de subir directo y el equipo lo sabe.

Tampoco nunca ha tenido tantas oportunidades de dar un golpe encima de la mesa, de poner pies en polvorosa, y también la plantilla es consciente de que se ha complicado la vida demasiado en las últimas fechas. Ha podido pasarle la presión al resto y, en cambio, se le ha cargado en los hombros. Será un duelo a sangre fría, para evadirse de todo el ruido externo y centrarse únicamente en ganar. El premio, ser líderes y dar un mensaje a los demás: no habrá rendición.

Gestión emocional

Más allá del apartado deportivo el Real Zaragoza se enfrenta a sí mismo emocionalmente. Ha recibido dos golpes severos, especialmente el último contra el Huesca por ser un adversario directísimo, por la propia idiosincrasia de un derbi y por los efectos clasificatorios. Lo bueno es que en esta temporada es el equipo más curtido, el que más heridas ha tenido que cicatrizar, y la consigna dentro del vestuario, el mensaje, está claro: depende el Real Zaragoza de sí mismo y no hay que mirar ni al Almería ni al Huesca. Eso sí, delante tiene un miura apaciguado como el Girona, pero un equipazo al fin y al cabo, hecho para ascender, aunque lejos de hacerlo de forma directa.

Toda esa gestión emocional la conoce y la maneja al dedillo Víctor Fernández, que quiso insuflar ánimos a sus jugadores y a todo el zaragocismo. Además, en cuanto al equipo, también habrá oxígeno a base de cambios. Algunos serán obligados, como la inclusión de Clemente por El Yamiq y la entrada de Burgui por Eguaras, que moverá a Raúl Guti al medio. Otros, como los de Puado y Vigaray, se esperan como agua de mayo.

El Real Zaragoza se agarra a lo que sabe hacer y ya ha obrado con anterioridad. Conoce bien cómo levantarse y, además, es el mejor visitante de la categoría de plata con 33 puntos. La mitad de sus encuentros a domicilio se han saldado con triunfo blanquillo, incluidos los dos tras el parón en Lugo y Almendralejo. También hay optimismo con respecto al juego. No es igual al estado de gracia de antes del coronavirus ni está demasiado cerca, pero sí que poco a poco el equipo aragonés está mostrando más sus cartas, aproximándose a ese conjunto aguerrido defensivamente, que sabe sufrir y que es capaz de llegar varias veces con peligro. Contra el Extremadura le dio para vencer y ante el Huesca, solo un cúmulo de catastróficas desdichas condensadas en 20 segundos dio al traste con un encuentro en el que, en la segunda parte, mejoró mucho.

El Girona, por su parte, es una incógnita. Es quinto. pelea por no descolgarse de los puestos de promoción y ha vuelto a cambiar de entrenador. Tras sustituir Martí a Unzué, ahora es Francisco Rodríguez el técnico elegido para tratar de llevar al Girona en estas seis últimas jornadas a la Primera División, objetivo innegociable tras haber bajado y ser el mayor presupuesto de la categoría.

El almeriense, para su estreno, tendrá disponible a toda su plantilla a excepción del sancionado Christian Rivera. Además del posible chute de energía que suele traer consigo estrenar técnico, el mayor peligro para el Zaragoza será el pichichi de Segunda, el incombustible Stuani.