El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo... Borja Bastón, Willian José y Eldin Hadzic... Casi todo, la felicidad, empieza en esta Santísima Trinidad, un triángulo ofensivo que cuando entra en erupción no hay creyente, ateo o agnóstico que resista su fe volcánica. Casi todo acaba en la ejecución del contragolpe en su expresión más armónica y demoledora. Ayer, el Alcorcón pasó a comulgar en tres ocasiones frente a la generación del 91-92 (tienen 22 y 23 años). Sus dudas, que las tiene el conjunto aragonés, las resuelven dos demonios, Mario y Dorca, y un ángel, Whalley. El central y el mediocentro cortan la gelatina con sierra mecánica cuando la chiquillería no regresa a tiempo. El portero flojea una vez en todos los partidos, pero lo compensa con la serenidad del viejo arquero frente al paredón.

El Real Zaragoza era un equipo zurdo, pero desde la irrupción de Jaime Romero ya no hay la menor sospecha de qué pie cojea a la hora de gestar su ataque, de buscar el gol con pasión desenfrenada. El campo se desnivela hacia la orilla izquierda con escandalosa frecuencia: nueve de los 15 goles que ha logrado en diez jornadas se han fabricado por ese carril o cercanías. En el Santo Domingo volvió a repetirse este tic con un córner peinado por Rubén y rematado por Borja y en la segunda diana, una transición veloz llevada por Jaime y culminada por él mismo tras buscar la complicidad de Willian José por el sector más transitado del terreno de juego.

El primer gol del curso ya avisó de por dónde iban a ir las cosas. Pedro irrumpió de cabeza desde su posición de 11 a un centro desde la derecha de Fernández. Galarreta se introdujo por la izquierda, volcó la pelota sobre la frente de Borja y el artillero le dio la asistencia a Eldin en el empate momentáneo frente el Barcelona B. Después, la historia atacante del conjunto de Víctor Muñoz, artífice de este giro hacia las victorias y las posiciones de privilegio del torneo desde que sus dos tanques juegan juntos, se ha escrito dejándose llevar por el pulso de la naturaleza de sus futbolistas y por un trabajo muy bien elaborado para asaltar a los rivales por donde más duele. Jaime, con una pierna que es un pincel, le ha hado todavía más color a la paleta y tres tantos a cada cual más valioso.

El Real Zaragoza tiene que medirse a adversarios más complicados, en teoría, de los que ha ganado hasta la fecha, todos ellos de la clase media baja de la clasificación. El entrenador ha pedido prudencia porque es consciente de este detalle, si bien es inevitable abonarse por lo menos al optimismo después de un encadenamiento de resultados casi idílico. Con Borja lanzado hacia el Pichichi y las tres flechas envenenadas que le acompañan en el escudo de armas, parece difícil que no vea puerta. De hecho lleva nueve partidos consecutivos de celebraciones y nada menos que diez goles en los últimos cuatro encuentros (seis de ellos a domicilio).

La bomba ha explotado por la izquierda porque la Santísima Trinidad se expresa libre y salvaje por ese raíl. Con Jaime han aumentado la explosividad zurda y el número de fieles.