La puerta de una victoria agónica y sin brillo la abrió Miguel Linares Cólera, de 36 años, zaragocista de corazón y que llegó en enero aprovechando la desaparición del Reus para echar una mano en este arduo caminar en busca de una salvación, de una continuidad en Segunda que es un triste objetivo y que aún es más duro si se consigue con la poca brillantez con la que se sumó el triunfo ante el Elche. En el monumental bostezo que fue el encuentro, salvo la arrancada inicial del Zaragoza, destacó la figura de brega y de lucha de Linares, que anotó de cabeza tras un medido centro de Pep Biel en el minuto 4 después de una jugada iniciada en Guitián. Un tanto de delantero, de saber estar en el sitio justo para culminar la jugada.

Lo celebró con un beso al escudo, pidiendo perdón al mirar al reducido grupo de seguidores del Elche, donde militó durante tres temporadas, en una de sus mejores etapas como jugador y un club al que le tiene mucho cariño, y después miró al cielo y se besó la muñequera negra en recuerdo a sus padres, Joaquín y María, ya fallecidos, una dedicatoria que preside sus goles, como antes lo hacía el recuerdo a la Virgen del Pilar, del que es reconocido devoto.

Ya fue un sueño para él debutar con la camiseta zaragocista en Las Palmas, lo continuó con su primer gol en el equipo de su corazón, firmado en Lugo, donde también fue clave en el segundo, obra de Guitián, al prolongar de cabeza el córner, y ayer el sueño continuó con su primera diana en La Romareda. En el momento de tristeza que vive el Zaragoza, Linares no deja de cumplir sueños y ha sido clave en las dos victorias del Zaragoza, en el Anxo Carro y ayer, desde que aterrizó en el equipo aragonés, un dato que conviene remarcar mucho.

DOS GOLES EN 302 MINUTOS

Con los 90 minutos que acumuló ayer Linares suma 302 en el Zaragoza y ya ha anotado dos dianas, las mismas que Marc Gual, que ni calentó ayer, en 1.471 minutos o una menos que Pombo, sancionado ante el Elche, que suma 2.274 en el campeonato.

Víctor, que lo ha utilizado en los siete encuentros desde su llegada, ya le dio por primera vez la camiseta de titular ante Osasuna, en su cuarto partido en el Zaragoza, y la mantuvo ante el Almería, pero unas molestias en el gemelo le dejaron fuera del once, aunque sí jugó el último tramo, en Granada, para volver al equipo y ser vital frente al Elche.

Firmó un partido de brega entre los dos centrales, entre Dani Calvo y Verdú. De hecho, salvo la alegría de ese tanto, su encuentro estuvo más presidido por el esfuerzo que por la recompensa. Conectó en la primera mitad en un par de veces con Aguirre, protestó un penalti que no existió de Verdú sobre él y aprovechó un centro de Delmás para dejar un balón muerto que Badía se lo sacó después a Soro. Y es que está claro que un punta como Linares no sabe pasar desapercibido.

Tras el descanso, Linares mantuvo la pelea en solitario arriba y firmó un mal remate tras un buen recorte a Dani Calvo. En los últimos minutos, el punta de Fuentes de Ebro se dolió tras un choque con Manolín y se echó al suelo acusando molestias en el gemelo, estrategias para que el reloj corriera, que es lo que hizo, y se firmara un triunfo de oro con el sello de Linares.