Jugaron Barkero y Cidoncha, pudieron haberlo hecho Tarsi y Carlos Javier. Probablemente nada hubiera sido diferente, pues la influencia en el juego ofensivo de los dos mediocentros zaragocistas fue proporcionarmete inversa a la entrega que ambos tuvieron en cada balón. Que los futbolistas quieren es indudable. Corren, saltan y presionan con vigor, casi con pasión. Creen en la idea de su líder, Víctor. Esta, además de esa energía, requiere sencillez; el principio es hacer las cosas de la manera más fácil.

Por ello, el juego es pobre y primitivo en un equipo que ignora a sus mediocentros y encomienda la creación a sus defensas. Las diagonales de Laguardia, Álvaro y Leo Franco son la salida más recurrente y también la peor. Cuando Rico se abre en el lateral y recibe se puede ser más optimista. El lateral sufre en defensa, pero sus envíos son más precisos. Un pase de más de 30 metros no tiene, en cualquier caso, muchas opciones de prosperar. Balones al cielo de Soria.

Una de las primeras medidas de Víctor fue retrasar a Barkero al mediocentro para aliviar los problemas creativos del equipo, pero su papel no es combinar, sino, como el de la defensa, recibir atras y lanzar. Barkero es el quarterback en un deporte en el que las reglas hacen imposible el touchdown. Ayer, además, bajó menos a recibir que en sus dos primeros partidos en el centro, quizá por culpa del rival, quizá por orden del banquillo. Su talento no se aprovecha en una circulación de balón que no existe. Cuesta recordar una jugada en la que el equipo llevara la pelota de lado a lado. Juega Barkero contra su naturaleza, luchando y pegándose con todos, presionando y haciendo faltas. También hace todo eso Cidoncha, tan concentrado en su función que ayer erró entregas que no suele. Fue menos preciso que en sus anteriores encuentros en el centro e igual de instrascendente.

Con todo, el plan, que intenta proteger al equipo de sus propias pérdidas y esconder sus limitaciones, casi funciona. Aunque el balón al aire --patadón, si dejamos las sutilezas-- no fue productivo demasiadas veces. Solo alguna en que fue al espacio y encontró al delantero y otras en las que Roger y compañía ganaron la batalla a los zagueros rivales. Ahí, cuando la pelota cae en tres cuartos de campo, sí sale el talento. Puede aparecer el de Barkero o Víctor, apareció ayer el de Luis García, que regaló una asistencia a Roger de esas que hace mucho que el Zaragoza apenas da. Vista la plantilla, rechazar la elaboración no parece tan mala idea. Que le pregunten a Herrera qué tal acabó su propuesta de juego de toque.