El Zaragoza se ha quedado sin Dwamena… y sin Suárez. Porque desde que el ghanés -baja indefinida debido a un problema cardiaco- no está, el colombiano no ha vuelto a ser el que era. Y así lo pregonan unos números que advierten de la pérdida de eficacia ofensiva de Suárez a partir de la ausencia de su compañero de vanguardia. Juntos, el Zaragoza ganaba y marcaba casi siempre. Y era Suárez, autor de siete goles en los nueve primeros partidos, el ejecutor habitual. Pero desde que Dwamena se fue, Suárez no ha vuelto a celebrar un gol.

La sequía del máximo goleador zaragocista dura ya 350 minutos. La última diana se remonta al partido ante el Málaga en La Romareda (2-2), cuando el cafetero anotó el 1-1 en el minuto 41. Desde entonces, nada. Cuatro días después, Suárez y Dwamena compartirían delantera por última vez. Fue también en casa ante el Cádiz (0-2), que se llevó la victoria de tierras aragonesas. Dwamena, que fue sustituido en el minuto 69, ya no volvería a jugar con la camiseta del Zaragoza.

Ese día, Suárez que solo se había quedado sin marcar en dos de los ocho encuentros anteriores -ante la Ponferradina en El Toralín (1-1) y en casa frente a Lugo (0-0)-, tampoco goleó. Ahora ya acumula cuatro choques sin hallar el camino hacia la portería adversaria.

LA SEQUÍA // En Soria (0-1), ya sin Dwamena, Suárez comenzó a acusar la ausencia de su compañero. El Zaragoza ganó, pero él no marcó y eso que tuvo una oportunidad inmejorable para hacerlo, pero falló un penalti que, afortunadamente, no tuvo consecuencias gracias al posterior tanto de Eguaras. Era la primera pena máxima errada por el colombiano, que había marcado las dos anteriores que había ejecutado.

En Fuenlabrada no fueron mejor las cosas, aunque, en esa ocasión, Suárez, con serios problemas en el aductor, no fue titular por primera y única vez en la temporada. El delantero, que saltó al campo a falta de algo más de media hora para la conclusión, no pudo evitar la derrota (2-1). Tampoco pudo anotar. El gol fue obra de Javi Ros al materializar un penalti. Sin Suárez en el campo, el navarro asumió la responsabilidad del lanzamiento.

Y la sequía se prolongó el pasado domingo ante el Mirandés, que también se libró del veneno de Suárez, que apenas dispuso de ocasiones. Lo hizo Soro. El colombiano firmaba su cuarto encuentro consecutivo sin marcar. En total,350 minutos a cero. Sin Dwamena, Suárez no es el que era.

Y no solo por la pérdida de olfato goleador. El vacío dejado por su compañero ha afectado a todo el equipo pero, sobre todo, a Suárez, el gran beneficiado de la ingente labor realizada por el ghanés. «Con Rapha hay más referencia física y capacidad de atracción de los rivales», dijo Víctor Fernández en la previa del partido ante el Mirandés para ensalzar los beneficios de jugar en rombo cuando estaba Dwamena en punta. El técnico aseguró que, sin él, el sistema también tiene vigencia, pero no es lo mismo. De hecho, el dibujo de inicio ha variado desde que el africano no está. El 4-2-3-1 y el 4-1-4-1 han alternado con el rombo como las formaciones dispuestas por el entrenador, pero ninguna ha tenido éxito. Incluso en Soria, donde el Zaragoza ganó sin acumular demasiados méritos para ello, sobre todo tras una mala primera parte.

A Suárez le falta Dwamena porque no hay otro como él en la plantilla. Por eso, el club persigue la incorporación inmediata de un futbolista con características similares a las del delantero ghanés. Hasta ahora, su ausencia ha sido cubierta por Pombo y Soro, dos mediapuntas, mientras que Linares, un delantero específico, tan solo ha gozado de alrededor de veinte minutos ante el Mirandés.

Sin Dwamena, autor de dos tantos, el Zaragoza ha perdido efectividad -ha marcado tres en las tres últimas citas-, altura, amenaza y segunda jugada. Fútbol. Todo es más previsible. Y peor. También los mejores. También Suárez.