—Vuelve en Pamplona tras su sanción, aquella quinta amarilla dolorosa por perder tiempo en Soria que le dejó fuera ante el Lorca. ¿Cómo se encuentra?

—Estoy con muchas ganas. No me lo esperaba ni buscaba esa amarilla y venía de hacer dos goles en ese mismo partido. No soy tan pícaro aún para buscar esas tarjetas y la verdad es que me jodió mucho que llegara la sanción.

—Vive un momento espectacular y está a punto de cumplirse un año de su irrupción ante el Elche con César Láinez en el banquillo. ¿En qué ha cambiado Pombo en este tiempo?

—En la madurez, en la manera de afrontar los partidos. La ilusión sigue, pero lo afrontas todo de otra manera, tienes más peso, más responsabilidad y antes eras más canterano, más nuevo. ¡Si es que casi soy de los más antiguos y llevo un año y medio! (sonríe)

—Ha vivido una temporada de altibajos, ha pasado por la grada, el banquillo, ahora es fijo... ¿Todo eso le hizo madurar más?

—Sí, está claro que sí. Es bueno saber que no siempre vas a estar arriba y que no todo va a ser tan bonito. Esos altibajos durante la temporada me han reforzado mentalmente.

—¿Siente que ya está triunfando en el fútbol, que es un ídolo para el zaragocismo?

—No, aún me queda y no me siento un ídolo, pero sí más importante. Salen las cosas, estoy cómodo, me siento con más responsabilidad, pero en lo general sigo igual que al principio.

—Cuando irrumpió hace un año, Láinez dijo que veía en usted cosas de Cani. ¿Cómo lleva eso?

—Bien, ni me ha beneficiado ni perjudicado. Cani era de una forma y yo soy de otra. Puede que en algunas cosas nos parezcamos, pero Cani es mucho Cani. Él era más ágil con el balón, hacía más magia, más virguerías. Ha sido un jugador increíble y siempre he intentado coger cositas de esos jugadores tan buenos para crecer.

—¿Y ha crecido en sus virtudes?

—Sí, por encima del golpeo y de la potencia, sobre todo mi virtud es el descaro, el no venirme abajo. Puedo fallar una y otra vez y sigo intentándolo. Soy pesado e insistente, eso destaco de mí.

—¿Está cansado de escuchar que Pombo será un gran jugador en cuanto madure?

—A mí no me cansa escuchar eso, es la opinión de cada uno. Sí lo he oído. Cada día maduras y hay gente que madura desde antes, desde más niños. Además, sé que en algunos aspectos soy muy maduro. De todas formas, que la gente diga lo que quiera.

—¿Cuántas veces le dijeron que usted es su mayor enemigo?

—Algunas, pero creo que eso se le puede decir a cualquiera.

—¿Los jugadores que hacen más bromas, que son más díscolos y divertidos siempre están más bajo sospecha?

—No lo sé, yo es que trato de disfrutar del fútbol, y mi manera es esa. Las bromas soy el primero en hacerlas, no me escondo, pero es que cada uno vive el fútbol a su manera. Sin embargo, cuando hay que estar serio, lo estoy,

—Cuando al principio de temporada pasó al banquillo y después a la grada en algunos partidos, ¿pensó en irse en enero?

—Nunca, para nada. Estaba a gusto en el equipo. Estaba convencido de sacarlo adelante, ya me pasó en categorías inferiores de no jugar y terminar haciéndolo. Hasta me cedieron a un equipo (Amistad). Mentalmente soy muy fuerte y siempre estoy convencido de que puedo llegar, jugar y hacerlo bien.

—¿Qué le decía entonces el entrenador sobre su suplencia?

—Siempre fue cercano conmigo y trató de explicármelo porque eso es de agradecer. Cuando no juegas, mejor que imaginarse el porqué es que te lo diga el míster y saberlo de primera mano.

—¿En qué le ha mejorado como jugador Natxo González?

—En la forma de afrontar los partidos, me ha ayudado mentalmente al hacerme ver que soy mejor de lo que creo. Yo tengo mucha confianza en mí, pero si un entrenador te da esa confianza te vienes arriba en los momentos malos, que también los he tenido, te apoyas en él para levantarte y se lo devuelves en el campo.

—En los últimos meses está jugando en punta con Borja Iglesias. ¿Se siente a gusto ahí?

—Me ha beneficiado mucho jugar con Borja. Aguanta muy bien con los centrales y me libera un poco de recibir el balón. Jugar con él es una pasada. Desde el primer día hubo mucho feeling con él en el vestuario. El llevarte bien con alguien fuera del campo es fundamental en el césped. No tendría por qué ir tan ligado, pero es así y desde luego que tenemos muy buen rollo.

—Lleva cinco goles en Liga y otros dos en Copa. Está haciendo muchos desde que juega arriba, aunque en el Amistad llegó a marcar 14 en un año.

—Sí, en Liga Nacional, pero la Segunda es otro mundo muy diferente. Ahora me está luciendo mucho eso por la posición, porque estoy más arriba, más centrado en marcar y estoy teniendo esa suerte. Además, es mejor que esos goles sirvan para ganar, se disfrutan más.

—Esa posición tan adelantada le libera más de defender.

—Pero trato de poner mi grano de arena defendiendo. No tengo tanto la obligación como cuando estaba en la banda, pero sí te sale el defender de forma más natural, de ti mismo, y se hace con más ganas cuando juegas arriba.

—Otro con quien también tiene una relación estrecha es Papunashvili. ¿De dónde nace esa amistad?

—Es sencillo, si yo voy a un equipo fuera de España me gustaría que me acogiesen bien. Me ponía en su lugar, no hablaba casi con nadie y empezamos a hablar en inglés y así me servía para mejorar en ese idioma y para integrarlo en el equipo, que es fundamental. Ahora ya lo está.

—Ha hecho mucho más que eso. En Navidad estuvo en su casa, ¿no?

—Es verdad. El 24 de diciembre y el 31 vino a casa y lo invité, estuvo con mis padres y con toda mi familia. Y sé que estuvo muy a gusto. Yo no quería dejarlo solo esos días. Es que a mí me gustaría que me pasara lo mismo si me voy fuera. Es uno más en el equipo y hay que hacerle sentirse así.

—¿Cuál cree que ha sido la clave de la reacción del equipo en los últimos meses, con 22 puntos de 27 en la segunda vuelta?

—Sobre todo, la fe en nosotros mismos, la confianza que teníamos. Sabíamos que tarde o temprano las cosas iban a cambiar y a salir bien. Siempre hay dudas, igual que las había el año pasado sobre si descendíamos o no. Y no lo hicimos. Somos un equipo con jóvenes y con otros veteranos, sabíamos que podíamos remontar y que llegara una buena racha. Y así ha pasado.

—Son séptimos, a un punto de la promoción. ¿Cuál es la meta?

—La misma que al inicio, subir. El ascenso directo está lejos, pero hay que intentarlo y hay margen porque quedan 12 partidos. Son 36 puntos, muchos. Venimos de cinco victorias y esta racha posiblemente en algún momento se vaya a cortar, que sumemos un empate o que perdamos, pero se trata de lograr los más puntos posibles y ver hasta dónde llegamos entre los seis primeros. Eso sí, en ningún momento pensamos en que podamos perder.

—Cómo vive un canterano el partido en Pamplona. ¿Es especial por ese ambiente que se genera en esos encuentros?

—Siempre ha habido mucha rivalidad y es la primera vez que juego allí. Para mí no es un partido más, siempre he ido a La Romareda, conozco esa rivalidad fuera y dentro. Es muy especial. Estamos a un punto de ellos y lo superaríamos si ganamos, pero como zaragozano y zaragocista sería una victoria más especial.

—En El Sadar se han escuchado cosas muy graves contra símbolos de Aragón y de Zaragoza... ¿Le afectan?

—Bueno si las quieres escuchar, te afectan. Cada uno que se las tome como quiera, me da igual lo que digan mientras ganemos.

—Zapater, Lasure, Guti y usted son fijos en el once ahora y Delmás ha tenido muchos minutos esta temporada. ¿Qué le hace sentir eso este año?

—Mucho orgullo, por supuesto, Es que es la demostración de que el trabajo que la gente hace desde que llega a la cantera da sus frutos. Y además hace al Zaragoza más Zaragoza. Siempre hubo jugadores de fuera en este equipo, pero al zaragocismo le gusta y a nosotros los canteranos también que suba gente de abajo. Tiene que haber futbolistas en el equipo que sientan estos colores de esa forma especial y lo plasmen en el campo.

—Usted ya estaba en la recta final de la temporada pasada, pero Lasure, Guti y Delmás han llegado este año. ¿Cómo ha visto su progresión y con qué cualidades se queda de cada uno?

—A los tres les he visto un crecimiento enorme. Sabía qué jugadores eran, pero el salto es grande, no es fácil, y lo están haciendo muy bien. Con Guti me quedo con su capacidad física. Es que es una mula y está en todos lados. De Lasu me encanta la confianza que tiene en sí mismo, es muy regular y sabe lo que hace. Y de Delmás me quedo con sus ganas.

—Como zaragozano y zaragocista, ¿cómo sueña con el ascenso a Primera?

—Lo hago mucho, todos los días, sobre todo antes de los partidos. Me imagino en el Pilar, con todo el mundo allí, con la alegría y celebrándolo. Y me veo con Zapa y todos los canteranos en ese momento de celebración.

—¿Qué cree que sentirá?

—Lo que siento todos los días al ponerme la camiseta, el orgullo de ser zaragocista y el ver a la gente que te apoya cada día, que siente estos mismos colores, ser felices por volver a Primera.

—Se le nota que sus palabras son las de un zaragocista de corazón y de cuna.

—Claro. Es que me llevaba mi padre a La Romareda desde niño, recuerdo la impresión de las primeras veces al ver el campo tan grande. Y se lo dije uno de esos primeros días: ‘Yo quiero jugar ahí’. Tenía siete añitos. Recuerdo perfectamente que estaba sentado enfrente de los banquillos, arriba. Se lo dije convencido, mi padre se rió y me dijo que ojalá. Al final se cumplió.

—Con su crecimiento futbolístico y con la necesidad de dinero para el club es factible que no tarden en llegar ofertas por usted. ¿Contempla una salida pronto?

—Que lleguen ofertas quiere decir que estás haciendo un buen trabajo. Ojalá lleguen. Si algún día me voy sería muy duro, saldría del club de mi vida, donde llevo tantos años y dejaría aquí a la familia. Yo me quedaría toda la vida aquí, estoy muy a gusto, pero luego hay circunstancias. Igual das un salto deportivo y te viene bien... O por el tema económico para el club. Nunca se sabe.

—¿Dónde está el techo futbolístico de Pombo?

—No me pongo ninguno. Tengo la ilusión de jugar en Primera con el Zaragoza. Soy joven y ya veremos. No creo que haya que ponerse un límite ni un techo. Lo que tenga que venir lo afrontaremos y pasará.