Jorge Pombo agarró con fuerza el domingo la oportunidad que le dio César Láinez. «Era una apuesta personal», dijo el entrenador tras el partido. Y le lanzó un órdago. «Me recuerda a uno que recuperamos la próxima jornada», añadió, sin mencionar a Cani, poniendo el listón muy alto a Pombo al que ahora, con la llegada de Láinez, que lo conoce bien del filial, se le abre una oportunidad de oro para derribar la puerta, lo que no fue capaz de hacer con Milla, que le hizo debutar de titular en Copa, o con Agné, que le dio minutos residuales al principio para no contar con él después. ¿Está preparado para el salto? Rafa Latapia y Diego Martínez, dos técnicos claves en su carrera, aseguran sin dudar que sí.

Pombo (29-08-94) dio sus primeros pasos en el Stadium antes de llegar a la Ciudad Deportiva en cadetes. En el verano del 2011 se marchó cedido al Amistad en juveniles para ponerse a las órdenes de Latapia en Liga Nacional. «Jugaba en el centro del campo y le adelanté a la mediapunta. Empezó a hacer muchos goles, a tirar las faltas porque tiene un buen golpeo. Y no solo los tantos que marcó, también los que dio. Fue vital para lograr la permanencia», dice el director deportivo del Amistad recordando las 14 dianas que marcó Pombo. Y añade: «Maduró mucho, porque en la cantera del Zaragoza era uno más y aquí pasó a sentirse importante. Y pasó de jugar en un estilo con más posesión a tener que hacerlo en un fútbol más táctico, sufriendo y compitiendo».

Potencia y buen disparo

Un año después regresó a la cantera del Zaragoza. «Venía con la frustración tras la cesión, con esa sensación de haberse sentido maltratado al tener que irse un año», explica Diego Martínez, su entrenador en el División de Honor en la 12-13 y que mantiene, como Latapia, un fuerte vínculo personal con Pombo. «Es un futbolista de gran talento, con visión de juego, que se asocia bien, que protege fenomenal el balón gracias a su tren inferior, que es potentísimo. En el fútbol base siempre daba la falsa impresión de estar un poco gordo, pero es que lo veías físicamente y asustaba. Es un animal. Y con ese golpeo la rompe con la derecha desde media distancia», añade Martínez, técnico del Naxara en Tercera tras dejar el Zaragoza en el 2014 después de cinco años, donde llevó a tres equipos infantiles y dos temporadas al juvenil de División de Honor, la primera de ellas, con Pombo en el equipo.

Allí estaban también, de la generación del 94, Lasure, Whalley, Joel, Tarsi, Roy o Santigosa, «un buen grupo, muy cohesionado», recuerda Martínez, que cree que a Pombo aún le quedan pasos que dar: «Soy profesor y entrenador. La madurez es distinta en cada niño. Llevé a Vallejo en infantiles y ya le llamaba señor mayor. Con solo 12 años estaba supercentrado. Pombo es otro estilo, de los que necesita madurar poco a poco y todavía se tendrá que llevar algún golpe más», sentencia el entrenador del Naxara, que ya le ha dado algún consejo a su exjugador: «Ahora depende de su mentalidad, si cree que ya está todo hecho o si mantiene la idea de trabajar duro. Tiene que seguir siendo constante».

Latapia no pone tanto el énfasis en esa madurez futbolística. «A Jorge le marca el carácter, la ambición y la personalidad que tiene. Asume siempre responsabilidades, a veces hasta demasiadas. No estoy de acuerdo en que le falte centrarse. Y tiene una mentalidad fuerte para superar adversidades, como demostró con la grave lesión que tuvo de rodilla», asegura el director deportivo del Amistad, recordando la lesión del cruzado en el último partido con el filial en la 14-15.

Latapia le mandó el domingo un mensaje a Pombo por su buen partido y Martínez, además, se lo envió también al segundo de Láinez, a Raúl Jardiel. «Le di la enhorabuena por ganar y por la valentía de César en apostar por Pombo. Es que en el talento no hay duda con él. Lo tiene de sobra para jugar en el Zaragoza muchos años, pero su techo va a depender de él», dice, mientras que Latapia aún va más allá: «Con continuidad mostrará muchas cosas, porque condiciones tiene y ni le asustará La Romareda ni la tensión del momento».