No da el Zaragoza muchos motivos para sonreír, ni tampoco razones para la confianza. A 11 puntos del ascenso directo, con 5 jornadas sin ganar, con dos puntos de 15 y un entrenador en el alambre, el escenario no es idílico, pero, fuera o no una pose, el mensaje que dejó ayer Paco Herrera, el que le ha trasladado a la plantilla, es de confianza, de capacidad de revertir el gris panorama que vislumbra. Así, llenó la cita de mañana de asignaturas por aprobar --La Romareda, lograr una victoria limpia, mejorar el fútbol, salir metidos desde el inicio....--. Y espera nota en todas.

"Quiero ganar, merecerlo y jugar bien. Si puede ser por cuatro goles, mejor. Y creo que somos capaces de hacerlo. Además el equipo lo necesita. Yo espero que dé la vuelta a esta racha negativa. Y qué mejor manera que con una victoria limpia en casa", aseveró, para añadir después que "la mejor plantilla de la Liga es la mía. Otra cosa es que consiga hacerla funcionar como me gustaría. Pero hay que pelear por dar la vuelta a esto, estando convencidos de que somos tan buenos o mejores que el resto, valorándonos a nosotros mismos como un equipo capaz. Es la ocasión de examinarse".

Todo su mensaje ante los medios, en un momento donde una derrota puede costarle el puesto, lo giró Herrera en el convencimiento y en la confianza. También en el nivel de exigencia que tiene la plantilla, porque "el grupo es responsable y profesional. La gente en la calle me dice que les meta caña, pero es que no hace falta. En ocasiones puede parecer que no damos más de sí, pero ellos son tan responsables e implicados que a veces lo hacen en exceso. Aun así, soy el primero que no pone excusas".

DAR LA TALLA No las puso Pitarch el jueves, cuando exigió más a la plantilla, sobre todo a algunos jugadores importantes que apenas habían aparecido. "Estamos a tiempo aún de dar la talla. Hemos tenido desgracias y supongo que él se refiere a jugadores con más peso en el equipo. Y casi todos han tenido lesiones. Pero tengo que pensar que eso va a acabar ya", declaró.

Admitió el técnico que esta semana había centrado sus esfuerzos en el plano psicológico tras el palo en Huelva, donde se escapó la victoria en el último suspiro y "a todos nos tocó en el ánimo. Pero ahora veo a la plantilla bien", resumió, para después centrar su confianza en que el Zaragoza deje de lado por fin la caraja habitual con la que sale a los partidos. En cuatro de los últimos cinco ya iba perdiendo antes del minuto 20. "Parece que llegamos tarde al encuentro y nos está ocurriendo demasiado. Me gustaría que desde ya se viera que ha cambiado eso, salir metidos de inicio", respondió el entrenador, que explicó que en el vestuario del Colombino tuvo que consolar a un Roger "atacado de los nervios y llorando" por la actuación del colegiado.

Sin embargo, la gran asignatura pendiente es el funcionamiento como local. Por La Romareda se han ido 23 puntos de 42 disputados. "Ante nuestra gente, no somos un equipo redondo y busco ese camino. Es verdad que en el vestuario se respira peor que cuando el partido es fuera, pero insisto en que es momento de darle la vuelta. No depende de la afición, ni de los medios, sino de nosotros. Hay que tener el temple y la entereza de darles nosotros a la afición, porque escuchar cómo tu gente te lleva en volandas solo depende de nuestro esfuerzo".

Confía también Herrera en un fútbol más fluido, porque "nos atascamos y no atacamos en combinación", explicó, para terminar asegurando que espera a un Mallorca muy enchufado después de la llegada del nuevo entrenador, que se estrenó con derrota ante el Barça B, además de elogiar el fútbol que Lluis Carreras implantó en el Sabadell.