Es la tercera vez que Víctor Fernández deja el banquillo del Real Zaragoza desde que llegó a él hace ya treinta años. Pero esta vez todo ha sido muy diferente. Primero, porque nunca antes había dirigido al equipo en Segunda División y, segundo, porque es la primera vez que su adiós es voluntario y no forzado por el club y los malos resultados. Víctor lo deja, agotado según él, después de haber acudido al rescate del club a finales del 2018 y tras la temporada más larga, extraña y cruel de todas. El objetivo de la Primera División se le ha escapado entre los dedos, nunca antes en estos últimos siete años se había visto al Zaragoza tan cerca de lograrlo.

Sus anteriores despedidas fueron más traumáticas, más desgradables, por más que esta vez al técnico le hubiera gustado mucho más irse dejando al equipo en Primera. Víctor Fernández llegó al Real Zaragoza a finales de los ochenta después de destacar en el Stadium Casablanca. Fue ayudante del fallecido Radomir Antic y, después, del uruguayo Ildo Maneiro, despedido en 1991, sin terminar su primera temporada. La etapa de Víctor Fernández empezó con emociones fuertes, la promoción para salvar la categoría ante el Murcia. Ganarla fue un punto de inflexión.

A partir de ahí el técnico pudo construir, junto con Avelino Chaves, un equipo a la medida de su idea futbolística, en el que destacaba el talento, la creatividad, el gol. Cinco finales en tres años y dos títulos, la Copa y la Recopa, le sitúan para siempre en un lugar muy elevado en la historia zaragocista. Pero la transición a partir de París no se hizo bien y se acabó llevando por delante al técnico. Alfonso Soláns le comunicó su destitución a las nueve de la noche del 7 de noviembre de 1996. Le relevó Víctor Espárrago, que tampoco terminó la temporada.

Su segunda etapa se produjo en el 2006. Llegó como punta de lanza y catalizador del proyecto faraónico de Agapito Iglesias, que soñaba con las más altas cotas. La primera temporada el equipo consiguió clasificarse para la Copa de la UEFA, logro considerado como una catapulta para éxitos mayores. Pero no llegaron y, el curso siguiente, una plantilla llena de estrellas y de egos acabó consumando el descenso a Segunda División. Víctor Fernández ya no estaba, fue destituido el 13 de enero del 2018.

El zaragozano ha estado en otros clubs, ha conseguido otros éxitos, pero no hay nada como el hogar y el suyo es el Real Zaragoza. Por eso acudió al rescate en diciembre del 2018, cuando Alcaraz había hundido aún más al equipo que había empezado dirigiendo Idiakez. Víctor devolvió la ilusión al zaragocismo, salvó al equipo y decidió quedarse tras la petición del club y de la grada. El sueño era devolver al Real Zaragoza a su sitio. No ha sido posible y Víctor vuelve a decir adiós por tercera vez.