Pocos han podido olvidar el sobrecogedor aguacero que hubo en Zaragoza el 8 de abril de 1987. Hoy se cumplen 30 años de la tormenta, de aquel ciclón que pasó por La Romareda para enseñar hacia dónde se dirigía el fútbol moderno. Brilló esa noche con dos goles Johnny Bosman, que nada tenía que ver con el delantero belga que dio nombre a la ley que abrió las fronteras del fútbol. No era el mejor, ni lo sería. En aquel impresionante Ajax estaban algunos de los mejores futbolistas del siguiente decenio, sobre todo Marco van Basten y Frank Rijkaard, quien un año después jugaría unos meses en el Zaragoza antes de ganar la Eurocopa con Holanda y enfundarse la camiseta del mejor Milan.

Ambos reunieron su talento con el de otro holandés, Ruud Gullit, para sacar a Italia de su amor por el fútbol defensivo, esa característica tozudez por el catenaccio que Arrigo Sacchi derribó con brillantez. Eso sería después, mientras todos crecían inevitablemente a la sombra de Marco Unico, que no anotó en esa eliminatoria. El 2-3 de la ida lo abrió Rubén Sosa en el minuto 13 tras regatear al portero. Lo celebró lanzándose a una de las piscinas del césped de La Romareda. La gente, la que se había atrevido a aguantar estoicamente el diluvio, se subió a las vallas del fondo creyendo que su Zaragoza podía ser campeón. 1-1, 1-2, 1-3 y un penalti de Señor. Maquillaje.

Lo recuerda Pepe Mejías, un gaditano queridísimo en La Romareda, por su fútbol de etiqueta y por su desparpajo fuera del campo. «Nosotros íbamos muy fuertes. Teníamos los visos de meternos en la final y poder ganar, pero ese Ajax era superior. También me acuerdo mucho de la eliminatoria contra la Roma, que ganamos por penaltis. Contra el Ajax hubiera sido posible jugando a un partido, así era imposible. Uno por uno eran increíbles. Van Basten, Bosman, Wouters, Mouran, Blind...».

Efectivamente, era un equipazo: Menzo, Blind, Winter, Rijkaard, Silooy, Wouters, Bosman, Mühren, Van’t Schip, Van Basten y Witschge. Fueron los once hombres que jugaron en La Romareda aquella noche de tormenta en la que Andoni Cedrún era el portero del Zaragoza. «Cuando dije en el balcón del ayuntamiento, en el 94, que íbamos a ser campeones de la Recopa, me acordaba de aquel día del Ajax. Entonces nos tocó el coco, con unos jugadores impresionantes y Johan Cruyff, que ya empezaba a modelar la idea que plasmaría en el Barça».

Esa filosofía trasladada en el tiempo fue la que aplicó aquella noche el Ajax, al que no asustó el aguacero, ni La Romareda, ni el gol primero del Poeta. «Nos hemos reído muchas veces después recordando a algunos jugadores que intentaban desplazar el balón y no les corría ni dos metros. Los holandeses, sin embargo, hacían cambios de juego de 40 metros con facilidad. Pero, vamos, que era el Ajax», recuerda Luis Costa, el entrenador que había llevado al Zaragoza hasta esas semifinales de la Recopa.

Antes hubo pruebas duras. En primera ronda, la Roma de Ancelotti, Giannini o Boniek, por ejemplo. 2-0 y 2-0. Los penaltis engrandecieron a Cedrún y pusieron al Zaragoza camino de Gales, donde afrontó uno de los partidos más duros de su historia. Duro de verdad, de patadas, codazos y marrullerías consentidas por un árbitro, Eriksson, que se hizo el sueco. 0-0 y 2-2 para pasar en la prórroga en el Racecourse Ground, el estadio del Wrexham. El chileno Pato Yáñez llevó al Zaragoza a cuartos con dos goles. El penúltimo escalón fue el Vitosha búlgaro de Sirakov e Iskrenov, que jugarían más tarde en el conjunto aragonés.

Hasta que llegó el Ajax. «Yo tengo una espina clavada. Ese día no estuve a gusto desde que salí. El campo estaba mal, aún peor para el portero, y ellos estuvieron más acertados. Ya lo sabíamos. Antes del sorteo queríamos jugárnoslo todo a un partido con el Ajax, pero no pudo ser». La otra eliminatoria cruzó al Girondins de Burdeos y el Lokomotive Leipzig, que perdería la final contra los holandeses.

La siesta de Mejías

«Un equipazo, nos tocó el gordo. Nos dieron un repaso en Amsterdam después del diluvio de La Romareda. Recuerdo que Costa me había dicho que iba a jugar y el mismo día del partido, a la hora de la siesta, vino a mi habitación y empezó a mirar por la ventana diciendo: ‘Hay que ver la que está cayendo’. Una y otra vez, así todo el rato. Hasta que al final le dije: ‘Mira, Luis. Si me quieres sacar, me sacas; y si no, no me saques, ¡pero déjame dormir la siesta!», cuenta divertido Mejías, que acabaría por ser «uno de los mejores» esa noche. «Los jugadores técnicos todavía nos podemos defender en circunstancias adversas. La levantabas un poquito y a jugar. Los que no son técnicos y la van arrastrando tienen más problemas».

El gaditano tiene el partido grabado, «en vídeo beta pero grabado». «Lo recordamos antes de jugar el Cádiz-Zaragoza y hace poco puso las imágenes alguien en el facebook. Ese Ajax fue el impulsor del dream team de Cruyff en el Barça. En Amsterdam nos dieron un repaso increíble, por sistema, por toque, por todo. En Zaragoza el campo igual hasta nos benefició. En casa nos sentíamos obligados a ganar y ellos nos podrían haber machacado en las contras».

Coincide con él Luis Costa, que no ha olvidado la tromba de agua. «En 10 minutos cayó lo nunca visto». Después caería la tormenta perfecta. De fútbol. «Era un superequipo. Menos el portero, los otros diez jugadofres ya estaban en la selección holandesa. Menzo fue internacional más tarde. Teníamos un buen conjunto, aunque también gente de la cantera como Abad, Roberto, Blesa o Casajús. El Zaragoza siempre ha tenido buenos jugadores, era muy diferente a lo que hay ahora. Entonces podíamos competir con equipos buenísimos, pero el Ajax... El Ajax era demasiao».