El Real Zaragoza abandonó El Molinón y el duelo ante el Sporting con una clara sensación de vivir su momento más duro de la temporada. Esa goleada (4-0), verse fuera de los puestos de ascenso o promoción por primera vez, coleccionar tres derrotas seguidas (Fuenlabrada, Mirandés, el peor partido en varios años, y Sporting), las bajas, el refuerzo en ataque para suplir a Dwamena que no llegaba y la impresión de caída a todos los niveles, desde el banquillo al césped, se juntaban con un calendario con cinco citas de complicada digestión. Asomaba un Tourmalet que incluía la visita de Las Palmas a La Romareda, el paso por Almería, la llegada del Albacete al Municipal, el partido en Vallecas y el Girona en el feudo zaragocista. Es decir, tres de los cuatro equipo más potentes económicamente de Segunda, la fortaleza defensiva manchega que rozó el ascenso el curso pasado y un Las Palmas que hace dos años estaba en la élite. Sin embargo, el 'Ave Fénix' zaragocista ha resurgido en el ambiente más hostil, aunque se le ha quedado un regusto agridulce porque los ocho puntos de quince no se corresponden con los méritos contraídos, que han sido mucho mayores.

Y es que el Real Zaragoza ha mejorado de forma sustancial su fútbol en las últimas cinco semanas. Cuando más difícil parecía por las bajas, ha recuperado el equipo que comenzó pleno de confianza y seguridad el campeonato. Pero lo ha hecho con mimbres muy distintos. Sin Dwamena, sin Atienza, sin Vigaray, que volvió en Almería y se lesionó una semana después contra el Albacete, sin Cristian, lesionado ante Las Palmas, y con Kagawa y James a medio gas, ya que el japonés, renqueante y lejos de su mejor momento, se perdió los partidos ante Las Palmas y el Rayo y no jugó frente al Girona y el nigeriano, por unas molestias en el aductor, lleva dos citas seguidas sin jugar, aunque antes seguía sin terminar de explotar, ahora en la banda izquierda, su último hábitat con Víctor.

El técnico juntó tras aquel partido en El Molinón a Eguaras con el inconmensurable Guti en la sala de máquinas y situó a su equipo con un 4-2-3-1, que pasa a ser un 4-4-2 en fase defensiva, que está funcionando y que ha dejado en el olvido por ahora de nuevo al rombo. Solo en Vallecas alteró ese nuevo guion por el carácter ofensivo del enemigo, con un 4-5-1 que cumplió a la perfección.

El caso es que el Zaragoza se levantó con una goleada ante Las Palmas facilitada por los dos tantos en el primer cuarto de hora, de Nieto y Luis Suárez, que anotaría el tercero al remachar la pena máxima que el portero le había repelido. En Almería, una semana después, se sobrepuso a la diana antes del descanso de Darwin Núñez por su debilidad a balón parado y completó una gran segunda parte para llevarse un valioso punto y, contra el Albacete, la injusticia le privó de una victoria más que merecida, porque ocasiones tuvo de sobra para ello, con un penalti fallado por Eguaras incluido. Es más, el fútbol le castigó con un doloroso gol de Eddy Silvestre en el descuento.

Ya con Puado en el equipo y en el once y sin Kagawa ni James, el Zaragoza ganó en Vallecas con una lección de oficio y orden, aguantando las embestidas del Rayo en la primera parte y siendo superior después, sellando la victoria con el tanto de penalti de Javi Ros. Ante el Girona, el Zaragoza exhibió en su mejor expresión el gen competitivo, el de no rendirse nunca, que ya había enseñado ante el Extremadura, el Oviedo, el Málaga o en Almería.

Pero el sábado esa capacidad lució en todo su esplendor, comandada por la fe de Luis Suárez pero acompañada por la de todo un equipo, en su versión más juvenil en el DNI, que reaccionó tras un 0-2 para dar la vuelta al marcador con dos goles de Luis Suárez y el estreno de Puado y que vio cómo se le escapaba otro merecido triunfo con una absurda pena máxima de Guitián. El Zaragoza, que sigue con números flojos en casa, donde solo ha firmado 15 puntos de 30 y lleva un triunfo en siete citas, que tiene demasiados errores de concentración atrás, y no solo en la estrategia, que acumula bajas y problemas (la detención de Atienza ha sido el último), es otro equipo con respecto al que dejó Gijón. Los resultados no lo indican tanto, pero las sensaciones, indiscutiblemente, sí.