Es mi decisión». Paco Herrera se esforzó ayer en poner el énfasis en la propiedad de la idea de que Movilla, Paredes y José Mari, los tres jugadores que han demandado al club por impago, no viajaran con destino a Gijón. Sí lo hicieron Porcar y Ortí, los otros dos futbolistas en la rampa de salida, pero que no han recurrido a ese mecanismo judicial que ha terminado por aumentar la crispación en el vestuario y en el propio club. «Es mi decisión y yo cambio de idea, lo que pensaba el lunes no lo pienso ahora. Ha pasado una cosa hace 24 horas (el jueves) que es perjudicial para el equipo y que no es bueno que siga creciendo. He tenido que decidir, aunque no soy capaz de decir si es la mejor opción, si me he equivocado o no», aseguró el técnico.

No mencionó la palabra demanda, pero ahí estuvo el hecho diferencial, el cambio en la mentalidad del técnico, que admitió que iba a citar a alguno de los demandantes si éstos no hubieran dado ese paso. Con la baja de Laguardia por sanción, habría sido Paredes. Pero a Herrera no le quedó otra que cortar por lo sano y alinearse con el club: «Contaba con ellos. En la lista hubiera venido uno de los tres por condicionantes deportivos. No lo estoy pasando bien en este sentido, pero me tengo que centrar en ganar al Sporting», reflexionó el entrenador, que no hace demasiado estuvo en la cuerda floja y que sigue expuesto.

Eso sí, Paco Herrera quiso dejar claro que él no había elaborado esa lista de salidas, algo que no concuerda con lo dicho por Pitarch el jueves a la prensa, ya que aseguró que el criterio del entrenador había sido el mismo que el del club para elaborarla con sus cinco integrantes: «No tuve esa información de manera oficial hasta después del último partido en casa (Murcia). Y he peleado todos los días por darle la vuelta aludiendo a que se han ganado partidos con Movilla y con Paredes. He dicho muchas veces que era feliz con la plantilla y solo que viniera un central era importante», añadió.

En todo caso, el entrenador no quiso azuzar más el árbol de la discordia. Sus palabras fueron, en la medida de lo posible, conciliadoras: «Aquí sobran enfrentamientos y ahora se pueden usar mis palabras como si fueran una espada para seguir haciéndonos daño. Por eso quiero dejar claro y explicado que es mi decisión», sentenció, para reconocer la labor psicológica que le queda por hacer con el grupo, que anoche llegó a Gijón y que hoy se ejercitará en Mareo de cara al partido de mañana.

REUNIONES EN GIJÓN / «Hasta el partido hay un gran trabajo que hacer, motivar a los jugadores, darles calma, tranquilidad, que se abstraigan. Habría buscado una reunión con ellos antes de viajar, pero ha sido imposible. Seguro que lo haremos, voy a hablar y a utilizar todas las horas antes del partido». En Gijón también está desde anoche Pitarch, acompañado de Moisés, secretario técnico, aunque no está prevista una reunión de éstos con la plantilla, que ya sabe que el 7 va a cobrar la nómina de diciembre motivo de la demanda de Movilla, Paredes y José Mari. «No he pasado por una situación igual», se lamentó Herrera, al que le contemplan más de 20 años en los banquillos.

En el Zaragoza de Agapito lo está viviendo y él sí tiene motivos para sentirse solo, más que la plantilla, diga lo que diga Barkero: «Los entrenadores siempre estamos solos, porque tomamos decisiones y a veces no son acertadas. Quizá me tenga que comer la que he tomado. Mi trabajo es que los jugadores no se sientan solos, estar encima. Veo al vestuario unido, con la idea de querer salir. Así, no se pueden sentir solos, tienen compañeros para apoyarse».