Evitó Víctor Fernández tras el encuentro lanzar salvas al aire o fuegos artificiales, si bien la procesión va por dentro. Prudencia, calma y pies en el suelo hasta que las matemáticas sean definitivas, porque el camino sigue teniendo grandes pedruscos que hay que salvar para terminar de alcanzar la cima de la escalera al cielo, pero el triunfo contra el Málaga es de los que dan ascensos.

El Real Zaragoza venció a un rival que no perdía en casa desde octubre y emite señales con aroma a Primera División. Se comporta como un conjunto destinado a subir y da una sensación que no se tuvo en ninguna de las temporadas anteriores en el periplo por la división de plata. Difícil de describir, pero fácil de sentir.

Ha adquirido una velocidad de crucero que eleva la moral propia tanto como mina la de los adversarios, porque la regularidad es imponente. El equipo aragonés es el único conjunto del fútbol profesional de España en el presente año 2020 que todavía no ha perdido, un dato demoledor, y desde que comenzase el mes de noviembre solo han llegado dos derrotas: Albacete, de una injusticia tremenda, y Huesca.

Números muy sólidos

En el resto de encuentros, el Real Zaragoza gana o empata y lo hace en múltiples escenarios. Da igual que proponga un encuentro de vuelo raso, sin lustro, o de muchos quilates, porque el equipo suma y vence en una categoría cruel y que castiga con fiereza. Y los detalles le sonríen al Zaragoza. En La Rosaleda ganó al final, sí, pero pudo caer la balanza hacia el otro lado si el Málaga hubiera apuntado unos centímetros mejor en la primera parte en las ocasiones de Pacheco, Adrián y Juanpi. Pudo ocurrir, pero no, no le entraron y al Real Zaragoza, sí. Además es una tónica que se ha repetido en otros duelos. El Numancia tuvo un tramo en el que apuró al equipo aragonés, el Racing estuvo a punto de ganar, el Deportivo tuvo la opción de ponerse por delante y el Elche también apretó las tuercas.

Pero hay una voz interior, que posiblemente salga del león del pecho, que le impide al Real Zaragoza rendirse, no luchar y no pelear hasta el final. Pase lo que pase, el equipo compite y se deja el alma. Es una de las grandes señales. Luego, en el mundo del fútbol hay defensores y detractores de esa pizca de fortuna que se necesita para subir, pero el Zaragoza propicia con su actitud que la victoria esté más cerca, todo ello sin olvidar la calidad de las piezas sobre el césped.

No obstante, hay más huellas que denotan que este debe ser el año y que explican esa regularidad que está llevando por la buena senda al Zaragoza. Al fin es sólido en defensa, es el tercer equipo menos goleado de la categoría y Víctor ha encontrado una línea en la retaguardia reconocible y de un nivel superlativo en el que sobresale un excelso El Yamiq.

Además, es el mejor visitante con 27 puntos y solo tres derrotas y ha recuperado la solidez en La Romareda. Por si fuera poco, el centro del campo es solidario y equilibrado y los atacantes combinan la verticalidad con el hambre. Son números y muestras que invitan al regreso a Primera, pero que requieren de un último arreón. Eso sí, de momento, triunfo inmenso en Málaga. De los que dan ascensos.