Entonces fue una noche extraordinaria pero una de esas que de vez en cuando se regalaba el Real Zaragoza, una goleada a la vez única y registrada en el ADN del león. Hoy, idealizada por la nostalgia de lo perdido, se sabe además que fue la última gran noche. Hubo después salvaciones milagrosas, sufridas y celebradas, y dos ascensos que supieron a gloria, pero aquel 6-1 al Real Madrid en las semifinales de la Copa del 2006 es la última felicidad asociada al Zaragoza de siempre, al transmitido de generación en generación, a la esencia de un club ahora tan lejano de aquello. Mañana, 8 de febrero, se cumplen 15 años.

Una noche, en fin, inolvidable. «Fue una cosa muy maravillosa que pasó con mis compañeros. Una noche histórica», dice Ewerthon, autor de los dos últimos goles. «Salió todo bien, la verdad. Hicimos un gran partido, la gente no imaginaba que íbamos a ganar 6-1 pero hicimos un partido increíble y con pocos fallos. Tuvimos la gran suerte de tener una noche inspirada con Diego Milito, que hizo cuatro goles, y yo dos. Pero podía haber sido una noche de siete u ocho goles porque tuvimos más ocasiones», asegura el delantero brasileño.

El nombre propio fue Diego Milito, por supuesto, con esos cuatro goles marca de la casa. Siempre el mismo recorte hacia adentro, siempre el mismo golpeo, siempre la misma efectividad. Marcó las cuatro primeras ocasiones que tuvo ante Casillas. El plan diseñado por Víctor Muñoz salió a la perfección. «Nuestra preparación era jugar muy organizados, muy ordenados, y salir al contraataque, en transiciones rápidas y jugando. Esa es un poco la idea que ensayamos el día anterior, que solo tuvimos un par de días para prepararlo. Buscamos gente rápida que saliera desde atrás», rememora el técnico.

Los elegidos

El zaragozano recuerda la alineación porque tuvo que improvisar los laterales. «Fue una alineación extraña por el lateral izquierdo, que no estaba Toledo, debía estar expulsado o alguna cosa de estas. Jugó Zapater de lateral izquierdo con Milito y Álvaro por el centro y de lateral derecho, Ponzio. En punta jugó Ewerthon, rapidísimo, y Diego Milito. El centro del campo era bastante ofensivo. En banda derecha jugó Cani, que hizo un buen partido, Óscar en la otra banda y por el centro Generelo y Celades. El que no jugó fue Movilla, que salió en el segundo tiempo. Lo que recuerdo es que tuvimos jugadas brillantes, el Real Madrid se quedó sorprendido. Hicimos goles muy rápidos», rememora el entrenador.

El entrenador se extrañó de la falta de reacción del rival. «La imagen que se me quedó es que estando Zidane en el banquillo, que no jugó desde el principio, viendo que íbamos 3-0, 4-1, que no hiciera los cambios rápidos para intentar modificar el resultado, como nos pasó a nosotros en la vuelta. Jugaron un tanto confiados e hicimos tres goles rápidos».

Los goles fueron cayendo uno detrás de otro provocando un éxtasis colectivo. «La gente en la grada estaba contenta, feliz, se lo pasó de puta madre en el campo. Estuvieron en un momento histórico que difícilmente se repetirá porque es un partido para la historia. Sé que el Zaragoza le ha ganado con cinco goles al Madrid, pero ¿seis? Es una cosa que la gente no se va a olvidar tan pronto. Estamos hablando de 15 años y aún se habla de este partido. Cada vez que voy a Zaragoza la gente me trata fenomenal y me recuerdan este partido», indica Ewerthon.

'Diegol' Milito

Desde aquel 8 de febrero del 2006 ningún otro equipo le ha marcado seis goles al Real Madrid. Antes solo había encajado un 6-1 dos veces: en Barcelona en 1957 y otra vez en La Romareda en 1975. Así que hay que hacer las cosas muy bien para lograr un resultado así, tan extraordinario, inimaginable antes de que suceda. «No se sueña con eso en particular pero de repente sale una noche de esas y te sorprende, casi ni la disfrutas en el momento», asegura Cani, autor de tres asistencias. «Sí, creo que sí, fueron tres asistencias. Pero ese día para que se gane 6-1 todos tienen que jugar muy bien porque si no no se consigue un resultado así. Creo que en general el equipo estuvo muy bien», rememora.

Y eso que el zaragozano se llevó una pequeña decepción cuando vio el partido. «La primera vez que vi el partido entero, después de muchos años, ya retirado, cuando terminó pensé, pues no he jugado tan bien como yo creía. Porque ya ves el partido minuto a minuto, ves que coges el balón, lo pierdes, la siguiente jugada haces esto, y te vas fijando en ti y mi sensación fue decir pues no jugué tan bien como yo creía. Pero sí es verdad que di unas asistencias, el equipo estuvo muy bien, pero esto fue lo que me vino a la cabeza», asegura el exfutbolista, que no tiene el vídeo en casa ni guarda muchas cosas suyas.

De lo que sí se acuerda perfectamente es de lo fácil que era jugar con Diego Milito. «Para un centrocampista los delanteros son fundamentales, que se desmarquen bien, que sean rápidos. Sobre todo que se desmarquen bien, en el momento. A Diego Milito, sobre todo, lo pondría en el número uno. La mitad del pase que dabas tú te lo hacía él, te lo marcaba él. Eché de menos durante años tener a alguien que se desmarcara tan bien en el momento y luego fuera rápido para llegar. Porque si juegas con un delantero que se desmarca antes, se la pasas y es fuera de juego, o si se desmarca tarde y no llega, la culpa es tuya y la jugada no va a ningún lado y a ti no te hace ser bueno. Pero Diego Milito fue la clave. Era un jugador muy bueno muy bueno», explica.

Los goles

Quien sí se acuerda de sus goles como si fuera el 8 de febrero del 2006 es Ewerthon. «Hice los dos últimos, el primero un pase en una mala salida del balón del Madrid, coge la pelota Cani y me hace la asistencia para que marque ante Casillas y el segundo es un sombrero a Beckham y un chut increíble que entró por la escuadra de Casillas», rememora el brasileño, que destaca la calidad de sus compañeros. «Cani era un gran jugador, buenísimo, tenía una gran visión de juego. Óscar también era un chico fantástico para dar el último pase. Pero también había una gran calidad por detrás con Celades, Zapater, muy buenos jugadores del centro del campo hacia adelante».

La clave para el ideólogo, para Víctor Muñoz, está en la preparación, la motivación y la calidad de los jugadores. «Lo importante es que tengas buenos jugadores, capaces de hacerlo. Que no sean a lo mejor muy regulares pero tengan capacidad para hacerlo un día. Y eso es lo que pasaba, había jugadores capaces de hacer un buen partido, una buena jugada, estar concentrados una serie de encuentros. Conseguimos una gran motivación, una sincronía y un orden dentro de la manera de defender y más o menos todos hacían lo que había que hacer. Y luego el crear sociedades pequeñas porque Ewerthon y Diego Milito no tenían una y en ese partido se sincronizaron, no tenían una sintonía muy buena y había que prepararlo bien», explica.

Era la Copa perfecta. En octavos de final el Real Zaragoza había eliminado al Atlético de Madrid, en cuartos al Barcelona de Rijkaard y Ronaldinho y, en semifinales, al Real Madrid pese a la encerrona de la vuelta. «Recuerdo mucho la vuelta porque nos metieron una encerrona allí, el espíritu de Juanito. Al acabar habían perdido y era como si hubieran ganado», dice Muñoz. «Íbamos 3-0 y yo hice el 3-1 y me pitaron un fuera de juego que no era. Ahí hubiera sido otro partido», lamenta Ewerthon. Aunque el gran pero fue aquella final contra el Espanyol. «La pena fue la final, habíamos preparado muy bien el partido y tuvimos errores individuales», concluye el técnico.