Fue la sorpresa del once y Kagawa tiró a la basura la enésima oportunidad que le dio Víctor Fernández. Quizá sea la última, porque el japonés en el giro que tenía guardado el técnico para intentar sorprender al Racing no aportó nada de lo que se esperaba de él. Ni control de balón, ni último pase, ni capacidad de desequilibrio en la mediapunta. El entrenador, que dejó a Soro en el banquillo, tuvo que rectificar en el descanso y devolver al ejeano a la banda derecha y a Puado a la mediapunta, señal de que no le gustó la alteración que la entrada del japonés provocó en un ataque que estaba funcionando bien en anteriores partidos.

Kagawa cuajó sus mejores minutos de los últimos meses, un casi oasis en el rendimiento del japonés desde que comenzó su bache en octubre, ante el Racing en La Romareda. Una primera parte notable firmó, con control y asistencia a Luis Suárez en el primer gol de ese partido. Quizá por ese recuerdo Víctor le dio su enésimo voto de confianza. Y Kagawa volvió a defraudar la confianza del entrenador, dejando claro que ahora mismo está muy lejos de ser titular en este equipo, que la aportación de Puado en la mediapunta es muy superior a la del futbolista nipón. Por no hablar de la capacidad de asociación que el catalán tiene con Luis Suárez, aunque en El Sardinero ese dúo no viviera uno de sus mejores días.

Hace tiempo que, en todo caso, no vive días de grandeza Kagawa, que salió este verano por la puerta atrás del Dortmund con la idea de buscar en el Zaragoza el salto a Primera para cumplir su sueño de jugar en la élite española. El deseo le está quedando a años luz al japonés, que solo cumplió con su papel de liderar el ataque zaragocista en el comienzo de curso y con claroscuros, aunque sí firmó buenos partidos ante el Extremadura y el Alcorcón.

Un proceso vírico antes de jugar ante el Cádiz tumbó a Kagawa. Y desde entonces apenas se ha levantado. Un ratito ante el Racing en La Romareda, detalles en el duelo copero ante el Madrid y poco más. En el resto, la sensación de que cuando juega está muy lejos de sus compañeros de ataque. Víctor le había dado la titularidad ante Las Palmas y lo quitó a la hora de juego. Aún le dio otra ocasión contra el Fuenlabrada y se retiró pasada la media hora con una molestia en el bíceps femoral derecho que le tuvo de baja dos partidos.

Volvía al once ante el Racing, desplazando a Puado a la banda izquierda y a Burgui a la derecha, dejando a Soro en el banquillo, una decisión con el ejeano injusta dado su nivel en este 2020. Todo para que el japonés juegue en su sitio, en una mediapunta en la que ni la gasolina ni su velocidad de piernas le dan para ser decisivo y muchas veces acaba engullido y sin presencia.

En El Sardinero solo una apertura a Burgui en el tramo final de la primera parte estuvo en su catálogo de méritos. Demasiado poco, sin duda. Víctor le dejó en el banquillo en el descanso, una decisión contundente y clara. Kagawa ha jugado 22 partidos de Liga y tres de Copa, 1.563 minutos con dos goles y una asistencia como balance, como triste balance para un jugador que vino para ser la referencia en el camino hacia el ascenso y que a falta de 12 jornadas para el final dio la impresión en Santander de perder el último tren en esta temporada. Y ha tenido muchos.