Vergüenza. Con mayúsculas y cum laude. Para todos. Si en la terrible caída del Real Zaragoza desde que llegó Agapito Iglesias usted, sufrido zaragocista, no había sentido vergüenza, en El Toralín halló todos los motivos para sentirla. Vergüenza por este club derrumbado, destrozado, y vergüenza también por la nula capacidad mostrada por Paco Herrera para construir, en lo táctico y en lo anímico, un equipo plagado de profesionales indignos de vestir esta histórica camiseta. La Ponferradina destrozó a una marioneta, a un alma en pena que se llevó cuatro goles y que dejó la impresión de que el objetivo real es evitar la catástrofe del descenso a Segunda B, con solo dos puntos de renta a falta de 12 jornadas. Pensar en subir al nivel actual suena a locura, a quimera.

El, salvo sorpresa, adiós de Herrera no pudo ser peor, tanto por el partido como por la rueda de prensa posterior. El técnico, al que se le han puesto mil zancadillas y dificultades, tiene una importante ración de culpa. En la plantilla, con todas las limitaciones que se quiera, no hay un jugador que esté al nivel que se espera de él. Como mucho, Leo Franco. Y eso, lo mismo que no tener un plan, que la pésima concentración en los arranques o que la fragilidad defensiva, señala directamente al técnico.

En la vergüenza vivida en Ponferrada no pueden quedar impunes los futbolistas. Esnáider, que anotó un gol lleno de rabia y de fe, retrató a sus compañeros. Lo menos que se puede poner es corazón y espíritu de lucha. El Zaragoza, sin embargo, no lo puso. En esta temporada había enseñado imágenes parecidas --Jaén, Sabadell, Lugo, Eibar...--, pero la del Toralín fue sin duda la peor, sobre todo en una segunda parte de museo de los horrores.

OTRO GOL MADRUGADOR En la primera mitad y con Álvaro en el once, pese a sus molestias en el aductor, el Zaragoza volvió a salir con el pijama puesto. Otro gol nada más arrancar. En seis de los últimos siete partidos ha pasado, otro mal endémico. Acevedo dio una perfecta asistencia para que Yuri, tan buen delantero como mal actor fingiendo caídas, anotara el primer tanto. El brasileño fue un dolor para toda la defensa zaragocista.

Tuvo la suerte el Zaragoza de empatar rápido, en un córner en corto que Arzo embocó con la colaboración de Santamaría. Ahí, sobre el mal césped de El Toralín, daba la impresión de que el equipo gobernaba el partido. Santamaría despejó una falta de Rico y un disparo de Acevedo, ambos en la misma jugada, y ahí el Zaragoza, si en algún momento empezó, se acabó del todo

La Ponferradina terminó la primera parte mejor que su rival, donde Luis García, Acevedo, Montañés o Paglialunga ya habían desertado, mientras que a Roger o a Cidoncha se les tragó la tierra. Atrás no había mejores noticias y Yuri se encargó de confirmar todas las malas. El punta fue el centro de las operaciones y ni Álvaro ni César Arzo le llegaron a la suela de los zapatos.

El Zaragoza pudo salir goleado. Leo Franco despejó un disparo de Yuri, que mandó alto un pase de Javi Lara y que no llegó a un envío de Ramírez. El equipo de Herrera hacía aguas y Jonathan en un córner dictó sentencia. Remató más que solo. Con Esnáider por Acevedo, que optó por quitarse de en medio, llegaría el tercero, donde Yuri bailó a Cortés y centró para que Rico se olvidara de Marquitos.

Un gol de fe y la rabia de Esnáider, además de las carreras de Javi Álamo, dieron algo de vida. Fue un espejismo. La Ponferradina aniquiló el choque con el segundo de Yuri en una contra con el Zaragoza de espectador. Lo dicho, de vergüenza.