Conforme iban avanzando las rondas y la entidad de los rivales aumentaba, Víctor Fernández ha ido moldeando también su criterio a la hora de seleccionar a los futbolistas en la Copa del Rey. En Socuéllamos, contra un Tercera División, alineó a suplentes mezclados con canteranos (Buyla, Borge, Francés y Ahmed). En Tarragona, ya contra un Segunda B, el once estuvo mayoritariamente compuesto por jugadores de la segunda unidad, algunos en la rampa de salida del mercado de invierno, a los que se añadieron desde el banquillo Marc Aguado y Baselga. En dieciseisavos, frente al Mallorca, un Primera, el criterio del entrenador continuó modulándose. Condicionado por la suspensión del encuentro de Miranda por la lluvia, Víctor combinó titulares con suplentes del primer equipo. Jugaron Javi Puado, Guti o Atienza de inicio, salieron luego Soro o James y solo tuvo una presencia testimonial un canterano, Francés.

Este miércoles llega el Real Madrid a La Romareda en un encuentro que ha levantado una expectación extraordinaria. El estadio se llenará hasta la bandera. Para el club es un premio a nivel social y, sobre todo, económico. La recaudación podría rondar los 800.000 euros. En el terreno deportivo, Víctor Fernández volverá a elegir un once con una pauta principal: la prioridad es la Liga y el encuentro del domingo en el Carranza. Él mismo lo verbalizó con franqueza tras el épico triunfo ante el Numancia: “Firmo que me elimine el Madrid y que ganemos en Cádiz”.

Conforme el Real Zaragoza ha ido avanzando en el torneo, Víctor Fernández ha esculpido distintas alineaciones. Ahora se enfrenta a un nuevo dilema porque ha de casar diferentes factores: formar un once competitivo (el rival es el líder de Primera y lleva 19 partidos sin perder), porque el objetivo siempre es ganar, más todavía con los beneficios añadidos que tendría en la dinámica y la confianza colectiva hacerlo contra un enemigo de ese empaque y porque, en este caso, la gestión del grupo y del vestuario será principio fundamental. Todos sus integrantes son adultos y profesionales con deberes indiscutibles, pero quizá estamos ante un momento para alimentar todavía más esa magnífica salud de puertas hacia dentro, ese "buen rollo" al que el propio técnico ha aludido tantas veces como decisivo en el orden adecuado de las cosas. Seguramente hará lo más oportuno. En cualquier caso, haga lo que haga Víctor, bien hecho estará. El partido ya es una fiesta antes de que se juegue.