Esto es la Segunda División. Un mar de contrastes feroz. El Real Zaragoza afrontaba el partido contra el Mirandés con posibilidades de asaltar la segunda posición y todas las variables previas presuntamente a favor: jornada en casa, contra un rival de la zona baja y que había recibido 19 goles. Sin embargo, el equipo de Víctor Fernández salió del encuentro sumergido en un océano de dudas, zarandeado futbolísticamente por su rival, sin respuesta táctica ni aparentes recursos individuales para contrarrestar a un enemigo valiente, muy fino en el trato del balón y justo merecedor del triunfo.

El confortable colchón de puntos que el Real Zaragoza había acunado en un muy convincente inicio de Liga le había permitido, y le sigue permitiendo, vivir en la zona de promoción de ascenso, a un solo punto del segundo pero ya con los mismos que el séptimo y uno solo por encima del octavo. Las señales, no obstante, venían avisando y el que avisa no es traidor. El equipo aragonés ha sumado una victoria únicamente en los últimos siete partidos, seis puntos de 21 posibles y en La Romareda no gana desde que derrotó al Extremadura a mitad de septiembre.

Frente al Mirándes, Víctor Fernández se vio superado por Andoni Iraola, que se presentó con una apuesta realmente brava, tejió una red de líneas de pase en el medio que cortocircuitó al Real Zaragoza, que fue un muñeco de trapo en manos de un rival estilista por momentos. Encajó dos goles pero pudo recibir más. Cristian Álvarez salvó alguno y la fortuna, otros. Fue el peor partido de esta temporada. Víctor lleva unas semanas que no está bien, con un nivel de dirección bajo y con pocas soluciones de autor. Tampoco están como debieran, o como su expectativa apuntaba, varios de sus jugadores principales. Esta vez el naufragio fue colectivo, pero el Real Zaragoza no puede permitirse un James o un Kagawa de este perfil tan insignificante. Los recambios que salen desde el banquillo tampoco están funcionando. El calendario se endurece y el desafío desde la quinta posición, pero en mala dinámica, está servido: hay que mejorar. Desde la autocrítica, lejos de la complacencia y las excusas. Esto es la Segunda División, un mar de contrastes feroz. Pero una Liga que siempre da nuevas oportunidades.