A toro pasado todos somos Manolete, pero esta vez Víctor Fernández arriesgó en exceso, sobre todo porque juntó en un mismo once inicial a demasiados jugadores en un estado físico limitado para afrontar un encuentro al límite, de máxima exigencia. Visitaba La Romareda el líder, un Cádiz que todavía no ha recibido gol alguno en jugada en las diez jornadas disputadas, y el entrenador redundó claramente en quiénes son sus hombres: Cristian, Vigaray, Atienza, Nieto, Eguaras, Guti, James, Kagawa, Luis Suárez y Dwamena. El otro puesto de central se lo han repartido hasta ahora Grippo y Clemente.

Con ellos fue a una guerra que, en cierta medida, perdió antes de empezar, rematada por el buen partido visitante e influida por otro mal arbitraje. Pero también por un exceso de celo, de querencia extremada por determinados futbolistas en un momento no del todo adecuado. Preferencias arriba, preferencias abajo, seguramente el once tipo de Víctor es el once de la inmensa mayoría. Solo que en esta ocasión había una circunstancia singular: la coyuntura para reunir a todos esos hombres no era la idónea.

Con su decisión, Víctor volvió a separar el grano de la paja, pero alejó todavía más a los suplentes de los titulares por las especiales condiciones físicas con las que Vigaray, James y Kagawa llegaban al encuentro. Una distancia que los propios interesados, los que ocupan plaza en el banquillo, han de esforzarse por reducir y que el entrenador ha de desvelarse por achicar por el bien colectivo en una competición tan pesada y prolongada en el tiempo. En los últimos días del mercado, Víctor puso un énfasis muy particular en la incorporación de un centrocampista potente, opción desestimada por el club, y de un delantero, que tampoco apareció porque Sergio García desechó la propuesta que estaba debidamente aprobada y aceptada en el límite salarial de la SAD. Luego, con la Liga empezada, ha insistido alguna vez en esa tesis.

Al Real Zaragoza, como a todos, le faltan cosas y tiene vacíos sin llenar, entre ellos seguramente los que reclama el técnico. Pero cuenta con otras posibilidades que no están bien explotadas. El grupo que forman Papu, Soro, Álex Blanco, Ros, Pombo, Linares, Delmás o Lasure no son la quintaesencia del fútbol total, pero tienen bastante más rendimiento del que están dando. Sacarle a cada uno de ellos su máximo es parte del trabajo.