El equipo se lo encontró como se lo encontró y en la situación clasificatoria que se lo encontró, hundido en puestos de descenso y en franca desventaja con otros rivales directos que lo eran al principio de Liga. A pesar de todas estas circunstancias adversas, Víctor Fernández aceptó el desafío y se hizo cargo del Real Zaragoza. Aparte de un corazón blanquillo, seguramente mucho tuvo que ver el buen juicio que el técnico tenía en verano de la plantilla, en la que veía muchos jugadores con pie, fundamentos adecuados y pinta atractiva. Con dos hándicaps, eso sí: la acumulación de lesiones y cómo sustituir a Borja Iglesias, un delantero capaz de hacer entre 20 y 30 goles, con el consiguiente caudal de puntos.

Víctor ha recuperado ya a muchos lesionados, jugadores vitales como Eguaras, James o Guti. Tiene con Guitián el capo que faltaba en la defensa, pero sigue sin un hombre gol, suerte ahora más repartida entre el grupo. La evaluación que el técnico hizo fue certera. Así siempre es más fácil dar con las soluciones adecuadas.