La temporada consume sus últimas fechas para el Real Zaragoza, ayer con un empate frente al Numancia, y el calendario se encamina hacia el tiempo en el que se renuevan las ilusiones en el fútbol. El próximo mercado de verano promete un buen número de movimientos. Renovado Víctor Fernández, figura a la que se ha agarrado el club para mantenerse fuerte y sólida conexión emocional con el aficionado, todas las miradas se trasladan ahora a la plantilla. Sin aportaciones de capital, externas o propias, la SAD estima que necesitará recaudar alrededor de ocho millones de euros en traspasos para cuadrar el déficit de caja y seguir adelante con un límite salarial muy similar al actual.

Ocho millones. Una cifra significativa que tendrá que salir de un lado o de otro. Enseguida se va la vista hacia los mejores activos del equipo, hacia los futbolistas con un valor de mercado más elevado, James especialmente. El nigeriano es el hombre de mayor atractivo tras su excelente rendimiento, el que hoy por hoy puede alcanzar un precio más alto, aunque algunos de sus compañeros tengan un potencial económico superior: Papu o Soro, por ejemplo. Tras ellos los Pombo, Benito o Verdasca, con una cotización bastante menor.

Víctor no quiere que James sea traspasado. Normal. Es su centrocampista más competitivo. En realidad, nadie en el Zaragoza querría perder a ninguno de los mejores jugadores, no solo el técnico. No hablamos de eso. Hablamos de que a la SAD no le quedará más remedio que vender por causas de fuerza mayor: ha de dar con esos ocho millones. Con unos o con otros.