Complicado de digerir pero este martes Víctor Fernández puso fin a su andadura en el banquillo del Real Zaragoza. Lo hizo tras una temporada extenuante que ha acabado con su ímpetu y su deseo de devolver al Real Zaragoza a Primera División. El club le transmitió su interés en querer seguir contando con él al frente del banquillo, pero el zaragozano lo ha rehusado y así lo expresó respaldado por el presidente, Christian Lapetra, y el director técnico, Lalo Arantegui. «Estoy aquí para despedirme y poner fin a esta etapa en el Real Zaragoza. Creo que es necesario un nuevo rumbo, me he implicado mucho, he trabajado las 24 horas del día, me he vaciado y estoy agotado. Cronológicamente pensé que mi camino terminaría a los seis meses, tras evitar el descenso a Segunda B, pero la insistencia del club me hizo cambiar de opinión. Desde hace meses tenía asumido que sería mi último servicio y así se lo manifesté a Lalo y Cuartero desde el primer momento», declaró el técnico.

Y las razones que adujo el entrenador para su marcha son las siguientes: «Ha sido una campaña muy dura, hemos afrontado muchas adversidades, con un goteo permanente de imprevistos y nos hemos levantado siempre para seguir peleando. La pandemia ha sido definitiva y nos ha superado. Si a eso añadimos las lesiones y las bajas desde la primera semana, que nos han llevado a una situación límite jornada tras jornada, todo se vuelve muy cuesta arriba. Sobre todo no poder contar con el que es nuestro principal baluarte, la afición», lamentó Víctor Fernández.

Es inevitable pensar que sin la trágica resolución de esta temporada, el Real Zaragoza podría estar disfrutando ahora mismo de la Primera División. Este ha sido uno de los principales motivos que ha acelerado el proceso de desgaste del técnico hasta dejarlo agotado. «Estoy absolutamente convencido de que sin la pandemia hace semanas que el Zaragoza estaría en Primera. La dinámica que habíamos tomado, la gente que llenaba el estadio, se sabían la alineación de memoria... En el nuevo formato, todas las reglas nos han perjudicado y nos ha minado la concentración de los partidos», argumentó el entrenador zaragocista para explicar el final.

LA CAÍDA // El equipo no pudo levantarse ante el escenario generado por la crisis sanitaria, quizá porque nadie a comienzos de temporada diseñó una plantilla para soportar tantas calamidades. «Hicimos una apuesta por concentrar la calidad en un número de jugadores ya que éramos el decimocuarto presupuesto de la categoría. Se ha demostrado que a contracorriente hemos bajado el rendimiento individual y se ha visto reflejado en el colectivo. Hasta cierto punto es lógico debido a la juventud. Éramos una plantilla ajustada, no con una amplitud de 25 jugadores», aseguró.

Unido a las bajas acumuladas en puestos y nombres clave, dejó al equipo inmóvil y sin capacidad de respuesta. «Las lesiones nos han castigado en exceso, además, en las mismas demarcaciones, como lo que ha ocurrido con los delanteros. Ante esto, no hemos tenido respuestas. Me marcho muy triste porque yo veía que ese sueño lo estábamos rozando y se podía conseguir y lamentablemente nos han apartado de él», sostuvo el entrenador.

EL FUTURO // Ahora, ¿qué horizonte le espera al Real Zaragoza sin el técnico más laureado de su historia? «Los dirigentes deben tratar de acertar en la búsqueda de soluciones económicas, dar un nuevo impulso y aspirar a jugadores más competitivos. Agudizar el ingenio, acertar cómo quieres jugar, que haya suerte y fluya de una forma natural. Si seguimos en esta línea estratégica del club no hay un margen para la equivocación», indicó el técnico.

También quiso apoyarse en la filosofía tomada por la institución. «Cuando un equipo no tiene posibilidades económicas, históricamente recurre a la cantera. Todos estamos convencidos de que hay buenos jugadores, ese camino va a seguir siendo el correcto y un salvavidas ante el talón o el cheque. El equilibrio entre cantera y cartera, con jugadores que encajen en la filosofía del club. Zaragoza sigue siendo una ciudad magnífica para jugar el fútbol», valoró el aragonés.

Con ello puso punto y final a la tercera etapa del entrenador más importante de la historia del Real Zaragoza, para el que las puertas del club siempre estarán abiertas. «Agradecer al consejo de administración, jugadores, utilleros, prensa… A todos por luchar a mi lado. Me quedo con la capacidad de resistencia ante tanta adversidad. Tengo un sentimiento de desolación, tristeza y vacío de haberlo tocado con los dedos y no poder alcanzarlo, pero siempre estaré presente en la búsqueda de lo mejor para el equipo. Mi corazón y mi cabeza siempre estarán aquí, y mis puertas estarán abiertas para echar una mano cuando el Real Zaragoza lo necesite», concluyó Víctor Fernández.