La caída del Zaragoza continúa. No la frenó Víctor Muñoz, que ya ha visto sobre el terreno la dificultad de la empresa que tiene por delante. El Deportivo llegó con un plan, el que Fernando Vázquez a diferencia de Paco Herrera trazó desde el inicio de curso, apeló al orden y a la solidez atrás y con fortuna, en un gol que Leo Franco se metió en su portería, se llevó los tres puntos. Son segundos por algo. El Zaragoza, sin embargo, se asoma al abismo de Segunda B. Tal cual. Y está así por sus mínimas, casi nulas, prestaciones.

Contra el Deportivo le puso algo más de corazón, un ápice mayor de intensidad fruto del nuevo técnico, pero sigue varado por unas carencias de técnicas y futbolísticas escalofriantes, las que han llevado a sumar 3 puntos de los últimos 24, con 8 jornadas sin ganar. Desde el 25 de enero en Anduva, casi nada.

Lo peor es la dinámica que ha cogido este equipo triste y deprimido. Los partidos que merece ganar, como en Huelva o ante el Mallorca, los empata, los que hace méritos para al menos empatar, como ayer, los pierde, como también los que apenas da un gramo de nivel. El Deportivo venció con lo justo, suficiente en su caso, que para eso es el mejor visitante de la Liga y el equipo menos goleado. Y el Zaragoza tuvo en el arranque la oportunidad de cambiar la historia, pero Roger, con dos ocasiones claras falladas, no quiso que fuera así. Está claro que en él no habita el killer que necesita el Zaragoza.

INCAPACIDAD Con el estreno de Víctor Muñoz, con más ambiente en las gradas y con el aire de final del partido, fue el Zaragoza el que arrancó mejor. Con Arzo junto a Paglialunga en el medio y con Álamo en un carril como novedades con respecto a la era anterior, el equipo trató de corresponder los deseos de su técnico en la intensidad y en la convicción. El problema, como siempre, era la calidad. Ya sabemos que este Zaragoza anda más que corto de ella, como la gran mayoría de Segunda, por cierto. Arzo, que perdió fuelle después, comenzó bien y de una apertura suya nació el centro de Montañés que Roger, con todo a favor, remató fuera de cabeza.

Llegaron dos ocasiones más: una falta lanzada por Rico que Lux despejó por dos veces, la segunda a remate de Álvaro, y un pase de Luis García, su única acción interesante en otro día donde evidenció sus limitaciones, dejó solo a Roger. Tuvo todo el tiempo el delantero para fusilar a Lux y optó por un horroroso remate. El Deportivo, sostenido en el medio por Domínguez y Juan Carlos, además de la movilidad de Sissoko, no necesitó tantos miramientos. Llegó y marcó. Laure se marchó de Rico, combinó con Domínguez, y disparó al palo. Leo Franco fue su propio ejecutor. Su espalda en concreto.

La ventaja gallega viendo su solidez era una noticia devastadora que se confirmó, porque el Zaragoza en la recta final de la primera parte desapareció salvo en un mal remate de Luis García tras una jugada de Álamo, que por entonces ya tenía el piloto de la reserva encendida. Sí, la preparación física. Aun pudo marcar el segundo Luis Fernández, pero Leo Franco le adivinó la intención en el mano a mano.

Con Diego Suárez y Barkero como relevos tras el descanso Víctor buscó más fútbol arriba, sin resultado. Suárez apuntó ganas y desparpajo, pero solo ofreció un disparo con peligro. De Barkero hubo noticias al principio, pero después se apagó sin remedio. El Depor salió a no jugar, a perder todo el tiempo y a que el Zaragoza llegara lo menos posible a Lux. Hizo, con la ayuda del árbitro, pleno en sus propósitos y no le importó jugar con cinco atrás, retrasando a Bergantiños tras salir Wilk.

Lo cierto es que el Zaragoza fue un dolor con el balón, lento e impreciso, sin ninguna capacidad para sorprender al muro deportivista, tampoco con Montañés, empeñado en hacer la guerra por su cuenta y sin lograr nada. Con la grada no sabiendo si animar, llorar o pitar se llegó al final, a otro final triste de este Zaragoza triste.