—Fue la primera salida del verano rumbo al Albacete. ¿Con qué sensación dejó el Zaragoza?

—Un poco agridulce, por la temporada que hicimos, ya que mirábamos todos para arriba y para pelear por lo que todos sabemos, el ascenso, y al final fue todo lo contrario, sufrimos por mantener la categoría. Y en el tema personal, pues amargura por las lesiones que sufrí, ya que casi no tuve opciones de jugar en la segunda vuelta.

—Encadenó varias lesiones en el cuádriceps que le dejaron muchas semanas fuera. Y además estas le han acompañado en sus dos años aquí. ¿No cree que han sido demasiadas?

—En la primera temporada tampoco tuve tantas. Sufrí una de gemelo, en el campo del Huesca me lastimé los ligamentos del tobillo, pero eso es algo fortuito que no depende de uno y al final de la temporada tuve un esguince de rodilla en un entrenamiento. Pero es verdad que en este último curso me han marcado mucho, han sido tres lesiones en el mismo sitio y eso determina demasiado la progresión de un jugador y más en una zona que todos sabemos que es complicada de recuperar para cualquiera.

—En el verano del 2017 llegó al Zaragoza con la idea de un salto importante en su carrera y se ha quedado un poco a medias.

—Sí, ha sido un poco así. Para mí fichar por el Zaragoza al venir de un club humilde como el Reus implicaba un salto a todos los niveles, una gran oportunidad. Pero no han ido las cosas como esperaba. La vida es así y hay que aceptarlo.

—¿Qué cree que habría pasado sin tantas lesiones?

—Sin lugar a dudas que el Zaragoza habría apostado por mi continuidad. Creo que eso fue clave para determinar mi marcha del club, sin ellas no habría salido. Cuando llegué, la entidad me transmitió que confiaba mucho en mí, que estábamos yo y Julián (Delmás) que venía del filial y el plan era que yo fuera el titular, aunque luego eso hay que ganárselo en el césped. Pero las lesiones me han perjudicado mucho.

—Para muchos sería uno de los mejores laterales de la categoría si tuviera esa regularidad.

—A todo jugador le cortan la progresión las lesiones y no le dejan dar el máximo. Yo no soy ninguna excepción. No he podido demostrar lo que tengo y lo que valgo en el Zaragoza, Pero no me considero ni el mejor ni el segundo ni el tercero, me veo como uno más, que intenta hacer las cosas lo mejor que puede.

—¿Le dolió cuando le dijeron que debía buscar una salida?

—Sí, claro que me dolió. Es que yo en el Zaragoza nunca me he escondido, siempre estuve ahí, cuando he jugado lo he hecho al mejor nivel que pude dar y, cuando las cosas no han ido bien, he dado la cara donde ha hecho falta. El club tomó esa decisión, pero no me había dicho nada de eso durante todo el año y al final me comunicaron que no contaban conmigo.

—¿Se pagó de su bolsillo la recuperación con factores de crecimiento y células en Barcelona?

—A ver... Cuando recaigo entrenando de esa lesión en el cuádriceps me informo un poco con gente que conozco a través del Reus que ahora está trabajando en Barcelona. Son fisioterapeutas y recuperadores y me comentan que hay una forma de recuperación que va bastante bien. Se lo comunico al club y ellos me dicen que no hay ningún problema pero que tiene que ir a mi coste. Fui a Barcelona primero al tratamiento y después a Madrid y lo pagué yo. Más tarde, en el club cuando he acabado ese tratamiento me comentan que están contentos con el resultado y que me pagan la parte realizada en Barcelona y no la de Madrid.

—No se enfadó usted entonces por ese motivo con el Zaragoza.

—No, para nada. Lo hice porque quise, por mi bien y por el del equipo, que estábamos en una situación límite. Cuantos más estuviéramos disponibles era mejor para el Zaragoza. Es que además necesitaba dar ese paso más en el tema de mi lesión y ese equipo médico en Barcelona trabajaba bien en eso. Y así fue y pude estar al final de temporada.

—¿Qué le ha supuesto este paso por el Zaragoza?

—Mucho. Al Zaragoza no le puedo reprochar nada como institución, me he sentido muy bien tratado, es una entidad muy grande que no merece estar donde está, sobre todo por la afición. Es un club enorme para estar en esta categoría, pero estoy seguro de que el camino es el de volver a Primera y al final dará sus frutos y volverá a donde se merece. He estado muy a gusto en la ciudad, no puedo tener palabras negativas para lo que es Zaragoza.

—¿Se va dolido con alguien?

—Bueno, si me voy dolido con alguien me lo guardo para mí. Al final, no he salido de allí porque yo haya querido, ya que en ningún momento me lo había planteado. Una vez que me dicen que no cuentan conmigo no quiero estar en un lugar donde no me quieren y ellos me dicen sitios a los que me puedo yo marchar y no quiero. Pero sale la opción de Albacete, que me gusta y que me transmiten confianza. Me atrae el proyecto y por eso decidí salir.

—Al final se va gratis, solo hay una compensación en caso de ascenso del Albacete y un porcentaje de una futura venta. ¿Qué le parece?

—Que es obvio que me he ido gratis, porque el Zaragoza se guarda ese porcentaje pequeño y una cantidad en el caso de un ascenso que no depende mí sino de todo un equipo. No sé exactamente la negociación entre clubs, sé que no han pagado nada por mí ahora y que al final eso me da a entender que no me querían de ninguna manera, ya que Lalo también anunció otros nombres por los que se escuchaban ofertas y el único que de momento ha salido he sido yo, señal de que al que no querían de verdad era a mí. Y están en su derecho, pero también deberían ser más claros, porque yo siempre lo fui con el club y ellos conmigo, no.

—¿En qué sentido?

—Bueno, más que el club me voy a mojar y decir claramente que Víctor no fue claro conmigo. Es verdad que he tenido lesiones, sobre todo cuando llegó él, y nunca me dijo que no contaba conmigo y, cuando el club me transmitió eso, yo dije que no me quería ir. Entonces me aseguran que lo mejor es que me vaya, que el míster no va a contar conmigo, que no es cosa del club. Si no voy a tener opciones de jugar es cuando decido marcharme.

—¿Qué le parecen su sustituto, Vigaray, y la pareja en el lateral que hará con Delmás?

—Carlos es un jugador que viene de Primera y eso ya quiere decir que tiene nivel suficiente para ocupar ese puesto en el Zaragoza. Es un futbolista diferente a los laterales que ha tenido el equipo, porque tiene un carácter más defensivo que ofensivo. Posee experiencia a pesar de ser joven y seguro que podrá aportar mucho y sobre todo contar con esa competitividad con Julián, que ha crecido mucho en estos dos años y que desde luego que no se lo va a poner fácil al que venga, porque Delmás ha demostrado que puede ser titular en el Zaragoza y en cualquier equipo de Segunda.

—¿Cuál fue su momento más doloroso en el Zaragoza?

—La eliminación contra el Numancia, sin duda. Pero no solo fue el peor momento allí, sino de toda mi carrera. Es que habíamos vivido una primera vuelta tan mala y después una reacción tan magnífica que todos sentíamos ese gusanillo dentro que nos decía que el del Numancia era el día y que nos íbamos a meter en la final y luego lograríamos subir. Fuimos muy superiores en todo al rival en La Romareda y caer así cuesta asimilarlo, lo ves tan cerca que es mucho más duro. Creo que el fútbol lo que te quita te lo devuelve y estoy seguro de que al Zaragoza se lo devolverá.

—Ojalá que sea pronto...

—Por supuesto. Es que yo soy un zaragocista más, he conocido gente maravillosa allí y voy a seguir conservando muchos amigos. Por ellos, por la gente, ese equipo tiene que volver cuanto antes a la élite.

—¿Con qué se queda de estos dos años en La Romareda?

—Con que he estado en un vestuario magnífico, con gente maravillosa, igual que todos los trabajadores del club y me quedo con que he jugado en un equipo histórico, el más grande en el que he estado. Estoy muy contento de haber pertenecido a esa gran familia, estando en un equipo que todos sabemos la presión que existe a su alrededor, pero lo he disfrutado mucho, sobre toda por esa afición que es increíble y que también aprieta como ninguna.

—Por cierto, ¿la camiseta del Real Zaragoza pesa más que otras de Segunda?

—Claro que se nota, no es lo mismo jugar en el Reus donde como mucho van 5.000 al campo que hacerlo en La Romareda, donde van más de 20.000 y en un club en el que tienes seguidores del equipo por todos lados que vas. Todo eso implica una mayor responsabilidad. En mi caso no creo que la camiseta me haya pesado más, pero sí que he notado más responsabilidad por todo lo que tienes detrás, que te apoya y te sigue y que, cuando las cosas no van bien, lógicamente la crítica es también mayor.

—¿Cuáles son sus metas ahora en su nuevo equipo? Esta temporada el Albacete ha vivido cerca del ascenso, ya que estuvo muchas semanas en posiciones de subir directo a Primera y cayó después en el ‘playoff’ contra el Mallorca, que se llevó el premio.

—Sí, ya demostró el Albacete esa ambición y ese buen trabajo y estuvieron cerca de subir. El perfil del juego que tienen con Ramis como entrenador creo que encaja como anillo al dedo con mis condiciones futbolísticas. La idea es luchar por todo, ser ambiciosos y pensar en subir, pero el único objetivo debe ser el primer partido e ir a poco a poco. A ver hasta dónde llegamos.