Veloz, con buen golpeo, una gran arrancada, potencia, hambre y, sobre todo, calidad humana y zaragocismo. Varios entrenadores, exjugadores y compañeros de Ángel Lafita coinciden en ensalzar al Lince. Ni una mala palabra, y no es casualidad.

Chus Herrero creció futbolísticamente con él y de hecho debutaron ambos con el primer equipo en la misma temporada, aunque Ángel un par de meses antes. «Tuve la suerte de empezar con él desde infantiles, desde el principio. Es extrovertido, majo, humilde, gran jugador, siempre con las ideas claras y ha logrado una carrera muy exitosa. Fue un placer tenerle de compañero y es un placer que sea mi amigo», comenta el zaragozano. De él destaca «su hambre por ganarse la vida como futbolista». Y lo logró.

En el filial su entrenador era Jesús Solana. De su por entonces pupilo asegura que Ángel era uno de los jóvenes con más proyección de una buena hornada de futuros futbolistas. Eos sí, «le costó un poco el paso de juvenil a Segunda B». «Era muy alto, con muchas condiciones técnicas, buen regate y uno contra uno, pero tenía que coger fuerza», explica.

A nivel más personal, el Chucho confiesa que era «muy tímido, poco hablador, muy buen chaval, excepcional y muy trabajador. Se notaba que veía de familia futbolera y sabía comportarse siempre».

Eso sí, tanto Solana como Andoni Cedrún coinciden en que Lafita no tuvo suerte en el momento que le tocó vivir en el Real Zaragoza. «Tengo una espina clavada con él porque vivió malos momentos, coincidió en una época negra y creo que hubiera tenido más protagonismo en otros tiempos. No por él, sino por las circunstancias externas. Aún así, hay que tener un reconocimiento no solo con Ángel, sino con el apellido Lafita, por todo lo que han dado por el Real Zaragoza», explica el exguardameta. Además, añade, «como persona es un diez, muy noble y disponible para todo».

Grandes momentos

Tantos años en el Real Zaragoza y jugando junto a Ángel Lafita dan para grandes partidos y momentos. Aunque aquel día no jugó, era integrante de la plantilla del 6-1 en la Copa del Rey ante el Real Madrid, y ese es el momento elegido por Óscar González.

José Aurelio Gay, técnico del Real Zaragoza en la campaña 09-10, recuerda con especial cariño la victoria de enero en Tenerife remontando y con golazo incluido de Lafita. «A partir de aquella jornada el equipo arrancó y Ángel fue fundamental en esa salvación. Cuando cogí el equipo tanto él como Ander venían de la cantera y eran jóvenes pero con cierta experiencia. Eran un ejemplo para todos los canteranos del Zaragoza. Se podía adaptar a varias posiciones, tenía una arrancada en corto muy buena y un golpeo muy bueno. Soltaba latigazos secos», cuenta Gay.

Otro extécnico zaragocista, Manolo Jiménez, que vivió una salvación agónica entrenando a Lafita, no se queda con el partido en Getafe, sino con todos los encuentros anteriores «porque nos daban por muertos, hicimos una remontada increíble y logramos enganchar a la gente con el Sí se puede».

De hecho, Lafita fue muy importante en aquel vestuario. «Hicimos un gran grupo en lo humano y había unos pilares, que eran especialmente Luis García, Leo Franco, Paredes y Lafita. Gracias a la humanidad de él y del resto se logró hacer historia en la Liga», explica Jiménez.

Empanado

Tanto César Jiménez como Óscar González coinciden en lo «majo y buena gente» que era Lafita. «Un poco callado al principio», comenta el salmantino. Y el abulense recuerda que se sentía «muy identificado con él porque los dos vinimos del filial, desde abajo y valorábamos lo complicado que era estar ahí».

Sin embargo, a la hora de calificar a Lafita, los dos no dudan en decir que era «un empanado». «Tenía una cualidad muy grande, que era como la mía, y es que era bastante empanado. Se olvidaba las cosas y un día se dejó las botas en un entrenamiento», cuenta entre risas Óscar.

Un buen colofón que puede resumir a Ángel Lafita es lo que dice César Jiménez de él: «Nadie le ha regalado nada, viene de abajo, es de Zaragoza y su familia también ha defendido el escudo». Gracias por todo, Lince.