Esta semana ha sido un tanto extraña. Todavía coleaba el éxtasis que vivió La Romareda tras aquel partido frenético ante el Valladolid. Qué tarde. La gente se desgarró las gargantas con esos tres goles de Borja Iglesias. O Jorge Pombo rugiendo como un león, megáfono en mano, y siendo el director de orquesta. Parecía un capítulo más de esta linda historia blanquiazul en una segunda vuelta para enmarcar. 47 puntos de 63 posibles, algo sublime. Cuando los ánimos desbordaban la ciudad cayó esa noticia tan insípida. Que Natxo se va al Dépor, decían algunos desde otros lugares. «Playoff y ascenso», contestó Lalo Arantegui ante ese pequeño seismo. La respuesta del equipo ha sido con fútbol, con un triunfo y el tercer puesto. Y es que este grupo ha vuelto a dejar claro que tienen un único fin; llevar al Real Zaragoza a Primera.

Natxo González fue contundente. No titubeó ante cualquier acusación visceral. «Que nadie dude de mi profesionalidad». Todo el plantel zaragocista volvió a demostrar que donde mejor hablan es en el verde. Esta vez lo hicieron los menos habituales, ya que solo Javi Ros y Zapater repitieron alineación con respecto al choque anterior. Fue la segunda unidad la que consiguiera vencer en el Mini Estadi para darle al Real Zaragoza un sublime tercer puesto. La plaza más lujosa del expreso hacia la división de honor.

La alineación estaba repleta de actores secundarios. Había que embalar a los primeros espadas de cara a la promoción para evitar cualquier tipo de incidente, puesto que en estos encuentros carentes de intensidad también se producen lesiones. Que se lo digan a Cardona o Aleñá, ambos sustituidos mientras se retiraban cojeando. Es por ello que los menos habituales tenían la misión de rendir ante el codiciado objetivo de la tercera plaza. Muchos de ellos resultaron decisivos. Como Álvaro Ratón. El cancerbero gallego no era titular desde aquel empate a cero en el Carlos Belmonte. Su actuación volvió a ser solvente, desbaratando dos oportunidades del Barça B. Quedó demostrado que detrás del santo rosarino hay un hábil escudero capaz de rendir a un nivel notable.

Quizás el hombre de la noche fue Vinícius Araújo. Siempre señalado por no llevar ni un solo tanto en su carcasa. Ayer tuvo el duende. Estuvo en el momento oportuno y en el instante preciso. Costas peinó un balón en una pugna aérea con Toquero y ahí apareció el brasileño. Al segundo palo, remate y para el fondo de las mallas. Cómo lo celebraron sus compañeros. ¡Vaya momento para marcar! Su primer gol del curso y el que podía valer un tercer puesto.

Nada más subir el 0-1 al luminoso del Mini Estadi, Vinícius postró sus rodillas al suelo y señaló con sus dedos al cielo. Hacia lo más alto, la Primera División. El equipo acalló cualquier tipo de duda con el incontestable peso de la victoria. Ahora llega el playoff. Es tiempo de calles repletas de banderas zaragocistas en los balcones. De tertulias sobre cábalas, posibilidades y recuerdos. Vuelve a hablar el fútbol.