Durante estos años de penurias en Segunda División el Real Zaragoza no ha tenido para gastar ni las sobras de lo que, por ejemplo, el Barcelona ha invertido en Leo Messi. Con perras, chufletes. Y sin ellas, a innovar, a ser imaginativo y, por supuesto, a asumir riesgos y a jugar la carta de la anticipación. Es lo que hizo Lalo Arantegui en su etapa en el club con una parte importante de sus conocidas apuestas, sello genuino de su praxis profesional. Hacer antes lo que, por imposibilidad económica, no iba a poder hacer después, cuando el mercado sufriera la inflación consiguiente del verano.

Con esa fórmula, Arantegui fichó para el Real Zaragoza, entre otros, a Grippo, James Igbekeme, Papu, Jeison Medina, Bikoro, Etinof o los muy recientes Chavarría y Vuckic. Operaciones todas ellas gestadas y culminadas aún con los fríos y que tenían un único objetivo: anticiparse a la pulsión del mercado y ganar jugadores y activos. Como se puede ver repasando los nombres de los futbolistas contratados con ese modelo en las últimas campañas, de la intención al resultado ha habido un trecho, a pesar de lo interesante de algunas contrataciones.

No es el caso de Vuckic, al que Miguel Torrecilla ha invitado a salir en este mercado de enero. Aunque fue apalabrado a comienzos del 2020, el esloveno no responde al mismo perfil de fichaje que otros como Papu o James, apuestas puras. Era ya un jugador con un bagaje goleador en una Liga secundaria pero de cierto peso. Para atarlo, el Zaragoza tuvo que poner años y dinero encima de la mesa. No fue tanto una jugada de riesgo como un tiro errado. Venía para Segunda y para Primera. Ahora, el club no sabe qué hacer con él.